martes, mayo 7

De apuestas y testigos

Eruvin 76a - 82a

Estaba terminando con el séptimo capítulo del tratado de Eruvin y me encontraba un poco triste porque no había dado con ninguna enseñanza que me inspirara a escribir algo para compartir en este espacio. Por suerte eso cambió en las últimas líneas del texto.

El Talmud propone una lista de personajes que no pueden ser considerados para dar testimonio en un juicio. Es decir, aquellos que no califican para ser testigos confiables por sus actitudes o decisiones. Estos son:

- Aquellos que apuestan a los dados
- Aquellos que prestan dinero con interés
- Aquellos que organizan carreras de palomas (y apuestan a ganador)
- Aquellos que venden los frutos del séptimo año (que podía comerse pero no comercializarse)

Todas estas personas son equiparadas con ladrones, ya que ganan dineros mal habidos.

En este punto, el texto introduce la posición minoritaria de un sabio que entiende que si se dedican profesionalmente a estos menesteres, entonces pueden ser llamados como testigos. Sin embargo, la mayoría de los sabios deshecha esta posición y concluye que profesionales y amateurs son exactamente iguales en este sentido.


Que las apuestas sean sinónimo de robo tiene que ver con la animadversión al azar que tenían nuestros sabios. El arte de la especulación no es considerado arte sino un riesgo innecesario e infructuoso. Y por tanto, los dineros que se puedan producir como consecuencia de la suerte no son bien vistos.

No deja de ser significativo sumar estas reflexiones talmúdicas en tiempos en los que proliferan los sitios de apuestas online, torneos de poker en todas sus variantes y la especulación financiera en economías debilitadas, entre otros.

A fin de cuentas, parecería ser que la moraleja de esta historia es la certeza de que mucho decimos de nosotros mismos a partir del uso que hagamos de nuestro dinero. Nuestras inversiones hablan de nosotros y de nuestros valores. En lugar de dedicarnos al azar, tal vez debamos encontrar caminos más certeros para construir estructuras que sean más sólidas, tanto en lo personal como en lo que refiere a las sociedades en las que habitamos.

¡HADRAN ALAJ JALON!
¡VOLVEREMOS A TI JALON!

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