Brajot 35a - 35b
Nuestras vidas suelen ser el devenir de lo que nos sucede mientras vamos corriendo de un lugar a otro. Parecería ser que en estos tiempos nos cuesta frenar un poco con el ritmo de vida que llevamos, el cual nos hace estar todo el tiempo de aquí para allá. Todo va demasiado rápido, todo es demasiado frenético. Y mientras eso ocurre, terminamos por olvidarnos de las cosas verdaderamente importantes (para más sobre esto, vean la PD).
En la página del día, el Talmud se encuentra discutiendo los detalles legales en relación a las bendiciones previas y posteriores a comer alimentos. Los sabios buscan explicar de dónde sabemos que es importante bendecir la comida, y se arman de toda clase de recursos interpretativos que no terminan de convencerlos. Hasta que uno de ellos sostiene:
"Es lógico: El hombre tiene prohibido disfrutar de este mundo sin bendecir por él."
Miren que lindo: Somos llamados a bendecir a fin de poder disfrutar del mundo que nos rodea. En este sentido, la bendición viene a transformarse en una herramienta que nos permite frenar un poco, tomar consciencia de aquello que nos rodea, y poder entonces consagrar el tiempo necesario para apreciarlo, para reconocerlo y para agradecer por la posibilidad que tenemos de disfrutar de todo aquello.
Es por eso que el acto de bendecir no solamente se reduce o remite a contextos religiosos. No hay que creer en Ds o practicar alguna religión específica para bendecir (aunque en mi caso así sea). Porque la tarea de reconocer, agradecer y celebrar los milagros de la vida cotidiana es una tarea que nos debemos todos a fin de mejorar nuestra calidad de vida, dándonos la chance de expandir nuestras consciencias y ejercitar el músculo del espíritu (sí, el espíritu es un músculo: si no se ejercita se atrofia) en el desafío de armarnos de perspectiva y dar cuenta de todo lo bueno con lo que contamos, incluso en momentos de dificultad.
En consecuencia, no sólo tenemos prohibido disfrutar del mundo si no bendecimos por él. A fines prácticos, nadie puede disfrutar del mundo si no se toma el tiempo para dejar de correr, para zafarse de la monotonía cotidiana y para apreciar lo maravilloso que se encuentra a nuestro alrededor esperando que tengamos a bien reducir el ritmo y el estrés mientras maximizamos nuestra capacidad de vivir con plenitud cada día, a toda hora y en todo momento.
PD: Sobre los ritmos frenéticos del mundo contemporáneo, le recomiendo la columna de @bilinkis y @garbulsky en @bastatodo al respecto. La pueden encontrar aquí.
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