lunes, diciembre 31

Cuatro deseos para el año nuevo

Shabat 90b - 96a

De acuerdo al año judío, esta noche comienza el 19 de Tevet. Es decir, es un día más, tan importante como cualquiera del resto de los días del año. Sin embargo, parte central de los postulados del judaísmo progresista radica en promover la integración de los judíos en el ágora del espacio compartido sin por eso perder la identidad particular. Por lo tanto, mientras algunos optan por encerrarse en un ghetto físico y mental, la propuesta en la que yo creo tiene que ver con celebrar un nuevo año gregoriano desde mi particularidad judía.


En consecuencia, y para seguir fieles a este espacio de estudio y reflexión de diversos textos talmúdicos, quiero cerrar el año citando una frase correspondiente al décimo capítulo del tratado de Shabat, el cual casualmente terminé de leer hace un rato.

Se trata - al menos en una primera lectura - de una frase que raya entre lo excéntrico, lo misterioso y hasta lo bizarro. En resumidas cuentas, el Talmud nos enseña que:

"La Presencia Divina no mora sino en aquel que es sabio, héroe, rico y alto."

Que conste: Me encantaría frenar en este punto y preguntarles por primeras reacciones, por aquellas sensaciones que hayan tenido y que no hayan podido pasar por el tamiz de la razón. ¿Qué les pareció esta frase?

A mí al principio me hizo ruido... y eso que mido 1.83 mts :)
Sin embargo, la idea de limitar la compañía de Ds a quienes son altos, adinerados y poderosos se me hace no sólo contraintuitiva sino nociva y peligrosa. Y así me sigue pareciendo.

Aun así, creo que se puede leer la frase de otra manera, apelando a la clave de los buenos deseos para el nuevo año que estará comenzando en pocas horas. Tal vez, y sólo tal vez, lo que la frase nos quiere legar es una hoja de ruta para que el próximo ciclo sea aun mejor que el que está finalizando:

~ Que el 2013 sea un año de sabiduría, en el cual aprendamos de nuestros aciertos y  nuestros errores, y en el cual sepamos nutrirnos de nuestras experiencias para ser más comprensivos con quienes nos rodean y con nosotros mismos.

~ Que el 2013 sea un año de heroísmo, entendido como la capacidad de animarnos a jugarnos por nuestros sueños e ideales, pudiendo dejar a un costado aquellos miedos que a veces nos paralizan y no nos permiten avanzar.

~ Que el 2013 nos traiga riqueza, no solamente en términos monetarios (que nunca están de más) sino en razón de desafíos, relaciones y oportunidades de crecimiento en lo personal, familiar y laboral.

~ Que el 2013 nos haga más altos, no en centímetros, sino en la posibilidad de ver todo aquello que nos pasa con mayor y mejor perspectiva, dándonos al mismo tiempo la chance de elevarnos por sobre lo que somos aspirando a ser y hacer siempre un poquito más.

Todo ciclo que se cierra es una buena oportunidad para ejercitarnos en revisar el balance de nuestra propia existencia. En las últimas horas de este 2012, entre copas que se llenan y familias que se reúnen, no dejemos de darnos un tiempo para pensar en dónde estamos y en dónde queremos estar, ya que esa es la única manera de trabajar con constancia por lograr la mejor versión de nosotros mismos, aquella versión que nos posibilita encarnar en actos concretos y cotidianos la presencia de lo divino y trascendente que anida en cada uno de nosotros.

Shana Tova!
A guit yiur!
Anyada buena!
Buen año!


¡HADRAN ALAJ HAMATZNIA!
¡VOLVEREMOS A TI HAMATZNIA!

jueves, diciembre 27

Tres relatos y un solo post

Shabat 88b - 90b

Luego de brindar ayer y antes de ayer compartiendo siete perlas talmúdicas sobre la entrega de la Tora en el Sinai, hoy voy a traducir los tres relatos con las que cierra el texto su exposición exegética sobre este evento tan central en la historia del pueblo judío. Espero que las disfruten:

(1) Moshe y los ángeles
Dijo Rabi Ioshua ben Levi: Cuando ascendió Moshe a las alturas [para recibir la Tora] dijeron los ángeles delante del Santo bendito sea: Soberano del universo, ¿qué hace el hijo de una mujer entre nosotros?
Les respondió: Vino a recibir la Tora. 
Le dijeron: [La Tora] es una belleza oculta, y estuvo oculta para Ti durante novecientas setenta y cuatro generaciones antes de que se creara el mundo, ¿y ahora buscas entregársela a los [seres] de carne y sangre? "¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes o el hijo del hombre para que lo visites?" (Sal. 8:5). [Más aun:] "Ad-nai nuestro Ds, qué grande es Tu nombre en toda la tierra, has puesto Tu gloria sobre los cielos" (2).
Le dijo el Santo bendito sea a Moshe: Respóndeles [a los ángeles].
Dijo [Moshe] delante de Él: Soberano del universo, tengo miedo de que me quemen con el aliento de sus bocas.
Le respondió: Aférrate al trono de mi honor y respóndeles.
Está escrito: "A quien se aferra a la faz del trono, sobre él extiende su nube" (Job 26:9). Dijo Rabi Najum: [Este versículo] nos enseña que extendió Ds el brillo de Su presencia y lo cubrió con él.
Dijo [Moshe] delante de Él: Soberano del universo, la Tora que Tú me entregas, ¿qué dice en ella?
[Le respondió:] "Yo, Ad-nai tu Ds que te he sacado de la tierra de Egipto" (Ex. 20:2).
Les dijo [Moshe a los ángeles]: ¿Acaso ustedes descendieron a Egipto? ¿Acaso del Faraón fueron esclavos? ¿Para qué quieren la Tora?
Nuevamente [preguntó Moshe]: ¿Qué [más] está escrito en ella?
"No tendrán otros dioses" (3).
¿Acaso entre pueblos idólatras viven ustedes?
Nuevamente [preguntó Moshe]: ¿Qué [más] está escrito en ella?
"Recordarás el día de Shabat para santificarlo" (8).
¿Acaso ustedes realizan alguna labor de la que necesitan descansar?
Nuevamente [preguntó Moshe]: ¿Qué [más] está escrito en ella?
"No dirás [el nombre de Ad-nai tu Ds en vano]" (7).
¿Acaso hay comercio entre ustedes [que empezarían a mentir e invocar vanamente el nombre de Ds]?
Nuevamente [preguntó Moshe]: ¿Qué [más] está escrito en ella?
"Honrarás a tu padre y a tu madre" (12).
¿Acaso tienen ustedes padre y madre?
Nuevamente [preguntó Moshe]: ¿Qué [más] está escrito en ella?
"No matarás," "No cometerás adulterio," "No robarás."
¿Acaso hay envidia entre ustedes? ¿Tienen la inclinación a hacer el mal?
En ese momento le reconocieron [los ángeles] al Santo bendito sea [que hizo bien en entregarle la Tora a los hombres] [...]
En ese momento cada uno [de los ángeles] amó [a Moshe] y le entregaron cosas [...] E incluso el ángel de la muerte le entregó algo.

Este primer relato pone de manifiesto la tensión inherente que existe - de acuerdo a los sabios talmúdicos - entre los hombres y los ángeles. De alguna manera, parecería que ambos compiten por el amor de Ds, algo que genera envidias y resquemores mutuos. En este caso, los ángeles no están dispuestos a que Ds se desprenda de la Tora - esa preciada belleza que tanto tiempo permaneció oculta - y menos aún que los depositarios de tal joya sean los hombres, tan indignos de semejante regalo.

Apoyándose en la supuesta competencia con los ángeles, los sabios no sólo realzan el privilegio que tenemos como humanidad de contar con la Tora entre nosotros, mientras que describen a Moshe como el paladín de la retórica, ganando un debate en las alturas cuando tenía todo para perder. Desde el banquillo celestial de los acusados, el líder de Israel logra encontrar las palabras (¡recuerden que era tartamudo!) que lo salven de una situación delicada, llegando a ser reconocido finalmente por aquellos que lo miraban con desdén, y regresando al pie del Sinai con los secretos que los ángeles supieron legarle.

(2) El Satán, Ds y la Tora
Dijo Rabi Ioshua ben Levi: Cuando descendió Moshe de delante del Santo bendito sea [portando la Tora], vino el Satán y le dijo [a Ds]: Soberano del universo, ¿dónde está la Tora?
Le respondió: Se la di a la tierra.
Fue [el Satán] a la tierra, y le dijo: ¿Dónde está la Tora?
Le respondió:  [No lo sé, ya que] "Ds entiende sus caminos [y Él sabe su lugar]" (Job 28:23).
Fue [el Satán] al mar [y le preguntó lo mismo].
Y le respondió [el mar]: No está conmigo.
Fue al abismo [y le preguntó].
Y le respondió: No está aquí. [...]
Regresó [el Satán] y dijo delante del Santo bendito sea: Soberano del universo, la busqué en toda la tierra y no la encontré.
Le respondió: Ve con [Moshe] el hijo de Amram.
Fue con Moshe y le dijo: La Tora que te entregó el Santo bendito sea, ¿dónde está?
Le respondió: ¿Acaso a mí me entrego el Santo bendito sea la Tora?
Le dijo el Santo bendito sea a Moshe: Moshe, ¿¿¿estás seguro???
Dijo [Moshe] delante de Él: Soberano del universo, Tú tienes una belleza escondida, y con ella te diviertes todos los días... ¿acaso me aferraré a este bien diciendo que es mío?
Le respondió el Santo bendito sea a Moshe: Debido a que te has empequeñecido [eliminando tu ego y renunciando a proclamarte poseedor de la Tora] haré que ella sea llamada por tu nombre, como está escrito: "Recuerden la Tora de Moshe mi servidor" (Mal. 3:22).

Nuestro segundo relato sigue mostrando la tensión entre ángeles y hombres, pero esta vez se concentra en uno solo de los seres celestiales: el Satán, quien en la tradición judía tiene a su cargo ser el fiscal que enumera las fallas de Israel en las alturas.

Mientras que en la primera historia Moshe es descrito como un gran orador, en esta oportunidad la virtud descollante del líder es la humildad: Sabedor de que cuenta con un regalo muy particular, Moshe se presenta como quien nunca puede detentar la posesión de la Tora. En consecuencia, nuestros sabios hacen uso de este relato para recordarnos que es un profundo error creernos los dueños del texto, y ni que hablar los únicos habilitados para detentar verdades únicas y absolutas, algo que como hemos visto ayer, no se sostiene por ningún costado (¿recuerdan el martillo y las chispas?).

(3) Garantías patriarcales
Dijo Rabi Shmuel bar Najmani en nombre de Rabi Iojanan: ¿Qué significa lo que está escrito: "Porque tú eres nuestro padre, ya que Abraham no nos conoció e Israel nos ignoró, tú, Ad-nai, eres nuestro padre y redentor, por siempre es Tu nombre" (Is. 63:16)?
En un futuro le dirá el Santo bendito sea a Abraham: Tus hijos pecaron contra mí.
Le responderá: Soberano del universo, se desentendieron de la santidad de Tu nombre.
Dirá [Ds]: Le diré a Iaacov, quien al haber sentido el sufrimiento por el crecimiento de sus hijos, tal vez pida misericordia por ellos [los hijos de Israel].
Le dijo [a Iaacov]: Tus hijos pecaron.
Le respondió: Soberano del universo, se desentendieron de la santidad de Tu nombre.
Dijo [Ds]: No con los ancianos [hay] sentido ni con los niños consejo [ya que tanto Abraham, el abuelo, como Iaacov, el nieto, se desentendieron del pueblo de Israel].
Le dijo [Ds] a Itzjak: Tus hijos pecaron.
Le respondió: Soberano del universo, ¿acaso son mis hijos y no Tus hijos? ¿Acaso cuando adelantaron delante de Ti el "haremos" al "escucharemos" no los llamaste "mi hijo primogénito" (Ex. 4:22) y ahora [que pecaron] son mis hijos y no los tuyos? [Además,] ¿Cuánto pecaron? ¿Cuántos años vive un hombre? Setenta. Réstale los primeros veinte sobre los cuales no son castigados, quedan cincuenta. Réstale veinticinco por las noches [en las cuales duermen y no pecan], quedan veinticinco. Réstale doce años y medio de oración,  horas de comida y de ir al baño, quedan doce años y medio. Si los aguantas todos [y puedes perdonarles esas transgresiones], bárbaro, y si no, la mitad [los absorbo  yo y la [otra mitad] Tú. Y si quieres que todos [estos doce años y medio caigan] sobre mí, yo ya he sacrificado mi alma delante de Ti [y merezco que me perdones en nombre de ellos].
Abrieron [los hijos de Israel sus bocas] y dijeron: "Tú eres nuestro padre."
Les dijo Itzjak: En vez de alabarme a mí, alaben al Santo bendito sea.
Y les mostró Itzjak al Santo bendito sea [para que lo vieran] con sus ojos. En ese momento elevaron sus ojos al Cielo y dijeron: "Tú, Ad-nai, eres nuestro padre y redentor, por siempre es Tu nombre."

En este último relato ya no aparece Moshe, sino que los protagonistas son los patriarcas. Sin embargo, la luz que se arroja sobre dos de ellos es muy negativa: Ds los invoca para que defiendan al pueblo, y ellos se desentienden de sus hijos como sus hijos se desentendieron de la Tora. Sólo Itzjak, el segundo de los patriarcas, tiene la valentía de interceder por el pueblo y pedir que Ds los perdone.

Mientras que en el imaginario colectivo Itzjak parecería el patriarca con menor exposición y rodaje, el más marginal y limitado de nuestros padres fundadores, el relato talmúdico lo posiciona como aquel que habiendo sufrido un momento de mucha tensión (relean las ataduras de Itzjak en Génesis 22) utiliza esa experiencia a favor de su descendencia, apelando a la misericordia divina. Será entonces que, cual astuto economista, hará un uso absolutamente subjetivo de los años de la vida de un hombre para reducir a su mínima expresión la cantidad de tiempo dedicado a la transgresión.

Si hacemos un poco de memoria, podremos recordar que esta no es la primera vez que el Talmud nos relata sobre líderes que interceden frente a Ds y que incluso están dispuestos a pelearse con Él para salvar al pueblo. Vimos en el tratado de Brajot, por ejemplo, que Moshe tomó a Ds de las solapas y le dijo que no lo habría de soltar hasta conseguir la absolución de Israel. Aquí, la situación es menos violenta, pero nos da la pauta de que lo que busca nuestra tradición no es una sumisión absoluta frente a los decretos divinos, sino juntar la valentía necesaria para enfrentarnos a lo que consideremos que está mal y que debe ser corregido, aun si el equivocado es el mismísimo Ds. Y así como Ds parece decepcionado por la falta de reacción de Abraham y Iaacov, reconoce y celebra cada vez que dejamos aflorar nuestro espíritu de lucha para enmendar errores e injusticias.

¡HADRAN ALAJ AMAR RABI AKIVA!
¡VOLVEREMOS A TI AMAR RABI AKIVA!

miércoles, diciembre 26

Segundo brindis!

Shabat 86a - 88b (bis)

(Para leer la primera parte de este post, hagan click aquí)

¿Se acuerdan que ayer compartimos cuatro perlas talmúdicas que se encontraban una atrás de la otra? Bueno, hoy seguimos con el diluvio de reflexiones, a fin de seguir brindando por la Agada, por la capacidad exegética de los sabios del Talmud que sigue resonando - si la dejamos - hasta nuestros días:

a) El texto nos dice que todo mandamiento que salió de boca de Ds durante la revelación en el Sinai se dividió en setenta voces. Más aun, los sabios de la casa de Rabi Ishmael utilizan la metáfora de un martillo golpeando una roca: Así como cada vez que el martillo golpea y salen chispas, de igual manera ocurre con la voz divina que se multiplica y se revela en setenta idiomas distintos.
Que el Talmud reconozca que la palabra de Ds se divide en una cantidad de voces y sonidos no deja de ser una de esas revoluciones interpretativas que sectores tradicionalistas prefieren dejar escondidas bajo el tapete. En el imaginario rabínico, el número setenta representa una cifra total: Setenta eran las naciones del mundo que ellos decían que existían, y setenta en consecuencia los idiomas hablados por la humanidad. Que la voz de Ds se divida en setenta implica, por tanto, que su alcance es total, y que el sentido de lo dicho está de alguna manera en aquel que se encuentra escuchando. Mientras que el martillo golpea la piedra, cada uno de nosotros entiende de acuerdo a sus posibilidades, y decodifica el mensaje desde su propio lugar.
Puede que frente a esta interpretación alguien me diga que hay muchos peligros implicados, y que más de uno puede hacer un mal uso de esta enseñanza talmúdica. A ellos, les respondo: (1) Tan peligroso es que, como dije dos párrafos atrás, muchos hacen lo posible por ocultar esta perla; (2) Son las reglas del juego... es decir: no por esconder ciertas ideas la gente deja de usarlas, o de comportarse como ellos quieren, haciéndose eco (conscientemente o no) de esa palabra que por su propia esencia trascendente es imposible de condensarse en una única Verdad.


b) Así como la palabra de Ds se multiplica en cantidad de sentidos, el Talmud nos cuenta que la Tora puede dar vida y decretar muerte a partir del uso que se haga de ella. En consecuencia, no es la Tora, no son las palabras que la componen, las que traen vida y le dan sentido a nuestra existencia (o todo lo contrario) sino que es en el acto de la interpretación, la apropiación y el uso que le damos que dicho texto puede contribuir a que vivamos con mayor plenitud o a que nos hundamos en un mar de tecnicismos obsesivos.
Aun cuando no puedo estar completamente seguro de lo que estoy por decir, parecería que los sabios del Talmud estan jugando con la idea griega de "fármaco" en su doble acepción de remedio y veneno, dependiendo la dosis y el uso que se haga de él. Cuando abrimos el Fedro de Platón, vemos que la escritura se presenta como "fármaco de la memoria," como la cura que nos ayudará a recordar todo lo que se nos escapa por los resquicios del olvido. Y sin embargo, para el rey la escritura puede ser un arma letal que atente contra toda capacidad de retener en nuestra memoria aquello que consideramos importante.
Uniendo lo aprendido en el Talmud con lo dicho en el Fedro sobre la escritura, uno no puede dejar de preguntarse sobre el carácter y alcance de la Tora Escrita, mientras reflexiona sobre la capacidad de la Tora de mantenerse viva desde el ámbito de la oralidad. Quizá no sea casual que, años después del Talmud, los maestros jasídicos hayan insistido una y otra vez que la Tora Oral nunca ha sido escrita y nunca podrá serlo. Mientras que lo oral refleja el dinamismo de lo vivo, lo escrito parece sellar a fuego estructuras que con el tiempo comienzan a anquilosarse. De aquí, nuevamente, la centralidad de la interpretación para oxigenar a la letra que descansa sobre el pergamino.


c) Pasamos a otro tema: El texto sostiene que cuando Ds comenzó a pronunciar los mandamientos, el mundo se llenó de un aroma perfumado único. Dicho aroma cambiaba con cada nuevo mandato, y por tanto un viento se encargaba de limpiar el aire para dar lugar a las renovadas fragancias.
De igual manera, el Talmud nos cuenta que cada vez que Ds hablaba, el alma de cada uno de los hijos de Israel salía de su cuerpo (lo cual no es más que una forma poética de decir que se morían ya que no tenían la posibilidad de soportar la intensidad de la voz divina). Fue entonces que Ds hizo descender el rocío con el cual en un futuro habrán de revivir los muertos y el pueblo recobró sus fuerzas para seguir escuchando.
Por último, una enseñanza similar nos dice que con cada mandamiento escuchado, los hijos de Israel volaban doce millas desde el lugar en donde estaban. La voz de Ds, al parecer, tiene una capacidad expansiva de temer, y por tanto, fueron los ángeles los que vez tras vez se dedicaron a devolver a los miembros del pueblo al pie del Sinai para seguir escuchando.
Lo que tienen en común estas tres últimas ideas es que se anudan en el entendimiento de que la voz de Ds tiene el potencial de generar cambios en el mundo: Trae un nuevo aroma como el que nunca disfrutamos hasta entonces; es difícil de sostener, escuchar, procesar; y tiene un rango de expansión importante, una fuerza notable.


Hasta aquí llegamos hoy.
Pero, ¿saben qué? ¡Todavía queda material para seguir compartiendo perlas con ustedes! Mañana, por tanto, seguiremos con esta serie de posts, los cuales espero estén disfrutando. 
Lejaim!!!

martes, diciembre 25

Primer brindis por la Agada

Shabat 86a - 88b

Todos aquellos lectores fieles de este Blog habrán notado que hay importantes diferencias entre los dos tratados talmúdicos que venimos estudiando hasta aquí. Mientras que Brajot era un texto con material de sobra para escribir posts casi todos los días, con Shabat no es tan sencillo. Esto se debe, principalmente, a que el tratado de Shabat tiene largos pasajes sumamente técnicos, y al menos yo no me logro inspirar lo suficiente para sacar agua de dichas páginas.

No obstante, de vez en cuando este segundo tratado talmúdico nos regala un aluvión de perlas preciosas. Principalmente, se trata de reflexiones exegéticas, las cuales no giran sobre detalles legales (en hebreo Halaja), sino sobre principios interpretativos y relatos fantásticos (en hebreo Agada).

Tantas son las perlas de estas páginas, que decidí tratar de compartir con ustedes la mayor cantidad de ellas en dos entregas: Algunas hoy, otras mañana. Como podrán ver, todas las reflexiones giran de una u otra forma sobre la entrega de la Tora en el Monte Sinaí. Espero que las disfruten tanto como yo durante su lectura. Ahí vamos...

a) Según Rabi Abdimi, al momento de revelar la Tora, Ds arrancó de cuajo el Sinaí y los puso sobre las cabezas del pueblo de Israel. "Si aceptan la Tora," dijo Ds, "todo irá bien. Pero si no, este monte será vuestra sepultura." Obviamente, el pueblo entonó al unísono un: "Si querido."
Aun así, el Talmud reconoce la dificultad de lo planteado por este texto: Si la aceptación de Israel se debió a la amenaza divina, ¿cuál es la validez de dicho compromiso? En consecuencia, nos encontramos con Raba enseñando que aquello que fue aceptado a la fuerza en tiempos de Moshe, fue revalidado y acepado de todo corazón en tiempos de Ester y Mordejai (cf. Ester 9:27).


b) Otro sabio, en este caso Reish Lakish, nos cuenta que Ds hizo depender toda la creación del mundo en el cumplimiento de la Tora por parte del pueblo de Israel. En lugar de usar un monte como mecanismo de amenaza, ahora la apuesta se redobla: El destino de todo el universo, y no sólo el del pueblo judío, depende de cómo los hijos de Israel se comportan. Es cierto: En un nivel de lectura se pueden notar semillas de culpa desperdigadas por todos lados (¿Quién se animaría a incumplir con las leyes si supiera con certeza que el futuro de la humanidad se juega en cada una de nuestras acciones?). Pero por otro, aquí se puede ver cómo para los sabios talmúdicos la Tora era la piedra fundamental que le daba sentido a su propia existencia. El punto no es tanto que el universo explote porque los judíos se comprometen con la ley; por el contrario, el mensaje es que un judío sin judaísmo parecería no tener mundo posible. Usando la hermosa metáfora de Rabi Akiva, es como un pez fuera del agua.


c) Rabi Simai, por su parte, nos cuenta que cuando el pueblo de Israel antecedió el "haremos" al "escucharemos," 600.000 ángeles bajaron del cielo a coronar a cada persona por dicha acción. En contraposición, cuando luego de recibir la Tora y comprometerse con su cumplimiento hicieron el becerro de oro, esas coronas les fueron quitadas. Aun así, Reish Lakish sostiene esperanzado que en un futuro Ds nos regresará esas coronas.
Sobre esta enseñanza varias ideas: Por un lado, el tema del "haremos y escucharemos" (cf. Ex. 24:17), ha sido motivo de una notable reflexión por parte de Emmanuel Levinas. Si pueden, consigan sus Cuatro Lecturas Talmúdicas y disfruten de su interpretación a estas páginas de Shabat, y su crítica a la "Tentación de la tentación" que plantean nuestros tiempos.
Por otra parte, en relación a los premios y los castigos que se representan en las coronas, yo prefiero quedarme con la visión esperanzadora de que el futuro será mejor, y que los errores del pasado no necesariamente terminarán por condenarnos. Mientras que no soy afecto a las teologías de premios y castigos, sí soy afecto de que juntos podemos trabajar por la construcción de un mundo mejor, el cuál se hace más por la acción que por la dicción.


d) El Talmud intercala aquí un relato en el cual un hombre no judío inquiere a Raba sobre la lógica de haber aceptado un pacto con Ds sin conocer a priori su contenido. "Un pueblo tonto son ustedes," dice el hombre, "ya que adelantaron su lengua a sus oídos." ¿Cómo no darle la razón a este alegato? ¿Quién sería tan tonto como para aceptar un acuerdo sin leer antes la letra chica y la letra grande del contrato?
Raba responde apelando a la integridad: El pueblo fue íntegro en su aceptación porque Ds fue íntegro en aquello que le entregó al pueblo, es decir: la Tora. El racional vendría a recordarnos que cuando las dos partes son confiables, cuando las dos partes de buscan y se quieren, no hay razón alguna para temer a ninguno.


En resumidas cuentas:
a) La aceptación forzosa puede transformarse en aceptación voluntaria si así uno lo desea.
b) Vivimos en mundos simbólicos los cuales deben ser sostenidos a diario a partir de la acción. Caso contrario, esos universos desaparecen sin remedio.
c) Todos podemos trabajar con constancia por la construcción de un mundo mejor.
d) Cuando somos personas de bien que nos relacionamos con personas de bien no es necesario temer engaños y jugadas indebidas.

Mañana seguimos con más perlas.
Por el momento, no dejemos de brindar por aquellas Agadot, por aquellas reflexiones que nos hacen pensar y nos inspiran a ser mejores personas.
LeJaim!

domingo, diciembre 23

Mezclas

Shabat 82a - 85b

El noveno capítulo del tratado talmúdico de Shabat empieza con temas que no tienen ninguna relación con Shabat: detalles sobre la pureza e impureza de diversos objetos, y la normativa referente a la plantación de un terreno cuando el tema es que los cultivos no se mezclen.


De acuerdo al texto bíblico hay algunas cosas que no se pueden mezclar:
- No se puede arar un campo usando a la vez a dos tipos de animales distintos.
- No se pueden usar prendas que mezclen en su composición lana y lino.
- No se pueden hacer injertos con plantas distintas.

Mientras que la primera de las prohibiciones se explica por sí misma (el animal más débil sufre a la par de uno que va más rápido o es más fuerte), con los otros dos postulados el tema es más complicado. ¿Por qué es tan importante evitar ciertas mezclas?

La Tora no da explicación alguna sobre el racional de estas leyes, razón por la cual con el correr del tiempo fueron surgiendo explicaciones alternativas:
a) En primer lugar, esta normativa fue catalogada dentro del grupo de leyes cuyo cumplimiento no se puede comprender. Al cumplir estas leyes, nos explica Rashi, estamos manifestando la voluntad de acatar ciertas reglas aún si no logramos entender su significado (o más aun: incluso si no llegaran a tener ningún sentido trascendente e inspirador).
b) Como somos seres en busca de sentido, no todos aceptaron gustosos esto de acatar sin entender. Maimónides, por ejemplo, entiende que evitar las mezclas de cultivos tiene que ver con alejarnos de ciertas prácticas paganas de los pueblos de la antigüedad: Al evitar esas mezclas, lo que hacemos es diferenciarnos de los grupos circundantes y a partir de esa separación vamos construyendo nuestra identidad particular.
c) Para Najmánides, en cambio, la prohibición tiene que ver con la soberbia que significaría "jugar a Ds" inventando a partir de los injertos nuevas especies. Nuestra función como seres humanos sería cuidar de la creación, no reinventarla.

A nivel personal, a mi me gusta pensar el tema de las mezclas en relación con el pluralismo, el particularismo y el desafío de la inclusión que celebra la diferencia en lugar de sufrirla. Durante mucho tiempo, en la búsqueda de pertenecer, la gente estaba dispuesta a diluir su propia particularidad en función de los requisitos del entorno. Tal era la necesidad de ser parte, que uno buscaba igualarse borrando toda diferencia. Sin embargo, esta situación no llevó a grandes resultados y con el tiempo el paradigma fue cambiando. Ya nadie aspira a ser un operario de una enorme fábrica en la cual tanto unos (operarios) como otros (piezas fabricadas) son idénticos y fácilmente reemplazables.


Tenemos la fortuna de vivir en tiempos en los cuales la particularidad es bien vista, y en donde tenemos la oportunidad de honrar nuestra propia identidad sin tener que diluirnos en modelos monolíticos o mayoritarios. La exigencia hoy no es la de construir una única identidad grupal que sea fruto de una mezcla generalizada de costumbres diversas. Por el contrario, cada quien es llamado a ofrendarse en el ser desde su propia particularidad, aportando nuestro color, nuestro granito de arena.

Hay veces en que la apuesta a la mezcla es una forma maquillada de buscar una uniformidad que suele ayudar solamente a los monopolios. Para que podamos construir una sociedad plural, debemos ante todo procurar sostener identidades particulares, ya que si la apuesta es al "crisol de razas" el resultado siempre tenderá a deglutirse a las minorías.

El desafío es abandonar el crisol de razas para adoptar en su lugar la metáfora del mosaico multicolor: En lugar de mezclar colores hasta que ya no quede ninguno, hoy tenemos la posibilidad de contribuir en la construcción de una sociedad que sea plural, que sea colorida, que sea incluyente, y que celebre todos los buenos aportes que cada uno de nosotros tiene para hacer.

viernes, diciembre 21

Aprender a aprender

Shabat 78b - 82a

Hace un tiempo conocí a una persona muy inteligente. Le gustaba enseñar, le gustaba leer y tenía una memoria casi fotográfica. Era bueno para los libros y para las citas. Y, al menos en una primera instancia, podía apabullarte con todo aquello que parecía conocer.


Sin embargo, no había que hurgar un poco para dar cuenta de que este hombre era bueno para los libros, pero bastante inexperto para la vida. Podía nombrar pasajes sin equivocarse, pero la lengua se le empezaba a atorar al momento en que las preguntas giraban sobre la experiencia o sobre aquello que trascendía las paredes de la biblioteca.

Fue entonces que escuché la mejor definición posible de esta persona: "Se trata de un muchacho con muchos conocimientos pero con poca sabiduría."

Parte de la raíz que permite explicar el surgimiento de muchachos con conocimientos pero sin sabiduría se articula desde la forma en que pensamos las instituciones educativas. De hecho, en la escuela se nos suele mostrar una y otra vez la necesidad de aprender conocimientos compartimentados los cuales se encuentran absolutamente alejados de nuestra cotidianidad.


No obstante, la escuela no es la única culpable, ya que de hecho, esta institución fue creada (y sigue siendo sostenida) por hombres y mujeres que creían (y creen) en este tipo de estructuras. Es cierto entonces que la escuela ayuda a perpetuar un modelo con una cantidad de focos a criticar y mejorar, pero nunca debemos olvidar que las instituciones son creadas por los hombres, antes de que dichas instituciones ayuden a moldear a nuevas generaciones.

Cuento todo esto porque sobre el final del octavo capítulo del tratado talmúdico de Shabat, nos encontramos con una breve historia que nos muestra dos modelos de aprendizaje totalmente distintos, uno de los cuales parece hacerse eco de nuestra escuela contemporánea, y el otro apunta a un paradigma diferente:

"Rav Huna le preguntó a su hijo Raba: ¿Cuál es la razón por la cual no te encuentras [entre los alumnos que estudian] delante de Rav Jisda, cuyas enseñanzas son filosas?
Le respondió: ¿Para qué ir con él? Ya que cada vez que voy con él, me sienta con asuntos mundanos. [Por ejemplo,] me dijo: Aquel que va al baño no debe sentarse inmediatamente ni hacer demasiado esfuerzo, ya que el recto descansa sobre tres dientes (músculos), y si se dislocan esos dientes [por el esfuerzo excesivo] puedes ponerte en peligro.
Le dijo [Rav Huna a su hijo Raba]: ¿Él se ocupa de temas que refiere a la vida de las criaturas y tú los consideras asuntos mundanos? Más aun [ahora que me has dicho de sus enseñanzas] ve con él."

Raba interpreta en este relato a un joven con muchos conocimientos y poca sabiduría. De alguna manera, este sabio encarna el ideal del estudio de la Tora disociado de la vida real, la vocación de sumergirse en textos e interpretaciones que producen placer intelectual, pero que al fin y al cabo no encuentran correlato en el mundo de todos los días. Raba se vuelve el prototipo de los proyectos educativos que sólo hacen hincapié en la cabeza, olvidándose del resto del cuerpo.

Por el contrario, tanto Rav Huna como Rav Jisda, reconocen la centralidad de un aprendizaje integral, y del hecho de que el cuidado de la salud es tan necesario para cada uno de nosotros como la ejercitación del intelecto. Es en el equilibrio de todo nuestro ser que realmente aprendemos: sobre nosotros, sobre el mundo y sobre aquello que nos rodea.

En consecuencia, y si nos diéramos cuenta de que muchos años hemos pasado sumergidos en el modelo escolar de Raba, y que seguimos siendo cautivos del modelo de los conocimientos disociados de la sabiduría, es bueno que nos tomamos el tiempo para desaprender primero y aprender a aprender después, ya que nunca es tarde, y a fin de cuentas sólo se necesita de nuestra voluntad de querer hacer las cosas de otra manera, poniendo cuanto antes nuestras manos a la obra.

¡HADRAN ALAJ HAMOTZI IAIN!
¡VOLVEREMOS A TI HAMOTZI IAIN!

miércoles, diciembre 19

El sentido de todo

Shabat 76b - 77b

Hay preguntas que nunca pasan de moda. Interrogantes eternos que generación a generación vuelven a resonar en la búsqueda de nuevas respuestas, o de la actualización de propuestas que fueron dadas hace mucho tiempo, y que esperan ser rescatadas del pasado para resignificarse en el presente.


Una de estas preguntas últimas refiere al sentido de la vida, al interrogante sobre si hemos venido aquí con una misión específica o no. Como es de esperar, estos planteos generan respuestas absolutamente antagónicas: Hay quien dice que indudablemente cada uno de nosotros tiene una misión por cumplir en su paso por este mundo, y hay quien sostiene que todo carece de sentido, y que estamos rodeados de un profundo absurdo.

¿Y el Talmud? ¿Qué tiene para decirnos sobre este tema? Miren:

"Todo lo que creó el Santo bendito sea no fue creado en vano. Creó el caracol para [remediar] la herida; creó la mosca para [remediar la picadura de] la avispa; el mosquito para [remediar la mordida de] la serpiente; y la serpiente para [remediar] el sarpullido; y la iguana para [remediar la picadura de] un escorpión."

Según Rabi Iehuda, el autor de la frase recién citada, todo en el mundo tiene sentido, todo sirve algún propósito trascendental. Incluso caracoles, moscas y mosquitos han sido creados para cumplir con su misión. Y, al menos en este texto, las misiones de estos pequeños seres es la de contribuir a la sanación de quienes se encuentran sufriendo.


Particularmente, lo que yo tomo de esta reflexión talmúdica no es tanto el tema de la certeza de la función de la iguana para remediar las picaduras de escorpión. Más aun: Creo que hoy trataría de buscar otros remedios frente a una situación de este tipo. Sin embargo, lo que me parece absolutamente rescatable de las palabras de Rabi Iehuda es la invitación a que ejerzamos nuestra capacidad de buscadores de sentido, y que ampliemos nuestro horizonte para reconocer que todo lo que nos rodea es parte de un ecosistema no sólo biológico sino de sentido. De alguna manera, aquello que integra nuestro planeta es parte de un equilibrio que debemos aprender a preservar, celebrar y restituir, ya que entre todos logramos que el mundo sea más rico, diverso y plural. En tanto humanidad debemos abrir los ojos frente a esta realidad y asumir nuestro rol de guardianes de la naturaleza, no desde un lugar de soberbia y altanería, sino desde el espacio de quien llega a escuchar la sinfonía de la creación y aprende a vibrar con todo lo que ha sido llamado a la existencia.

martes, diciembre 18

Cuarenta menos uno

Shabat 70a - 76b

La última parte del séptimo capítulo gira específicamente sobre todas aquellas actividades que están prohibidas en Shabat. Se trata de treinta y nueve prácticas que tenemos que evitar. Ellas son (si las leen de corrido y sin respirar tienen premio):

Arar-Plantar-Segar-Cosechar-Trillar-Aventar-Seleccionar-Cernir-Moler-Amasar-Peinar-Hilar-Entintar-Bordar-Retorcer-Tejer-Desenredar-Cocinar-Lavar-Coser-Rasgar-Anudar-Desatar-Modelar-Quemar-Extinguir-TerminarUnaLabor-Escribir-Borrar-Construir-Demoler-Entrampar-Esquilar-Matar-Desollar-Curtir-Aplanar-Marcar-Cargar.


Si prestaron atención, estas treinta y nueve acciones pueden subdividirse en categorías: algunas refieren al trabajo de la tierra, otras al manejo de animales, otras as quehaceres de la casa. También se pueden observar binomios como Coser/Rasgar, Anudar/Desatar, Quemar/Extinguir o Escribir/Borrar.

Dentro de la discusión talmúdica sobre las categorías del trabajo prohibido en Shabat hay dos cosas que particularmente me interesan y quiero compartir:

(1) Para ayudarnos a recordar, el Talmud no habla de treinta y nueve acciones sino de "cuarenta menos uno." Esto tiene que ver, principalmente, con la búsqueda de los sabios por encontrar métodos que faciliten el recuerdo de lo estudiado. Recuerden que estamos hablando de una época muy anterior a la imprenta, época en la que todas estas enseñanzas eran codificadas oralmente. Entre tantos detalles técnicos, siempre sería más fácil confundir el número treinta y nueve con cualquier otro, mientras que la frase cuarenta menos uno lo hace un poco más difícil.

(2) ¿De dónde surgen estas acciones que se prohíben en Shabat? ¿Por qué éstas y no otras? El Talmud responde que estas treinta y nueve (cuarenta menos uno) acciones eran las necesarias para la construcción del Tabernáculo en tiempos del deambular de Israel por el desierto. Como en la Tora la construcción del Tabernáculo y el cumplimiento del Shabat aparecen uno atrás del otro, nuestros sabios concluyeron que las tareas que se requerían para este Templo errante debían cesar con la llegada del séptimo día.

Para la tradición judía, el Tabernáculo era un micro-mundo. Mientras que Ds creó todo el universo, el hombre era llamado a imitar Su obra de creación a partir de estos espacios consagrados. Y así como Ds descansó al llegar Shabat, el hombre debía hacer lo mismo. En otras palabras, y parafraseando al pensador Abraham Joshua Heschel, Shabat era (y sigue siendo) el momento de la semana en el que dejamos de ejercer nuestro dominio sobre la naturaleza, nuestra capacidad creativa, para dedicarnos a santificar y celebrar el tiempo y a disfrutar de todo lo que ya ha sido creado.

Abstenernos de modificar el espacio y doblegar la naturaleza es mucho más difícil que lo que a simple vista parece. Tal es el grado de dependencia que tenemos con aquello que vamos creando que en más de una oportunidad terminamos esclavos de lo que construimos originalmente para servir a nuestras necesidades. Es por eso que, con más razón, debemos hacer el esfuerzo por liberarnos de las ataduras, rutinas y actividades a las que estamos expuestos durante toda la semana, y procurar en la medida de nuestras posibilidades, liberar un día para hacer las cosas de otra manera.

En ese sentido, aprovecho para compartirles un video que me pasaron hace unos días, y que da cuenta del propósito original de las "cuarenta menos uno," pero vistas en este caso desde la perspectiva y contexto de nuestros tiempos.



¡HADRAN ALAJ KLAL GADOL!
¡VOLVEREMOS A TI KLAL GADOL!

jueves, diciembre 13

Dos reflexiones sobre la ignorancia

Shabat 67b - 69b

Hoy quiero compartir en este espacio dos reflexiones sobre la ignorancia, así que sin mayores introducciones pasó a las preguntas que van a servirnos de guía:

(1) ¿Qué pasa cuando alguien incumple una ley que desconoce?
En el ámbito de la ley nacional, al menos hasta lo que yo tengo entendido, desconocer la ley no es razón suficiente para ser exonerado por su incumplimiento. Si uno no sabe que no debe cruzar el semáforo en rojo y así lo hace, puede ser multado por ello. Si uno no conoce el límite de velocidad permitido y aun así lo rebasa, puede ver su carro confiscado.

Sin embargo, en el marco de la ley judía las cosas son un tanto distintas. Al comienzo del séptimo capítulo del tratado de Shabat, el Talmud registra: "Un gran principio dijeron [los sabios] en relación al Shabat: Todo aquel que olvida la esencia del Shabat y realiza muchas actividades [prohibidas] durante muchos Shabatot, no debe [traer al Templo de Jerusalem] sino un solo sacrificio expiatorio."

El Talmud intenta explicar: ¿Cómo puede ser que alguien se olvide de la esencia del Shabat? A lo que trae como ejemplo el caso de un niño que fue tomado prisionero. Según esto, un niño que ha sido secuestrado y alejado de su familia judía, criándose en un contexto en el que se desconoce la ley, no es culpable por el incumplimiento de las leyes concernientes a los rituales y plegarias hebreas.

Ahora bien: El caso del niño prisionero se transformó en la ley judía en el término técnico para describir también a aquellos judíos que no recibieron instrucción o educación sobre las prácticas del pueblo de Israel. Mientras la gente permanece en un estado de ignorancia, sus repetidas transgresiones se condensan en un solo sacrificio expiatorio, tal vez para subsanar no las faltas cometidas sino justamente la falta de conocimiento (ya sea por desinterés o por imposibilidad). No obstante, esta categoría aplica solamente a los preceptos que vinculan al hombre con Ds, perdiendo toda validez en el marco interpersonal: Allí no hay ignorancia que nos salve, y si le hacemos daño a los demás tendremos que responsabilizarnos por ello.

La ley judía nos recuerda entonces, que no somos culpables por no haber sido educados en los rudimentos normativos de nuestra tradición pero por otra parte nos deja entender que aun si nuestros contextos no nos enseñaron, llega un momento de nuestras vidas en los que debemos hacernos responsables de nuestras propias decisiones. Y, de más está decirlo, una vez que ya conocemos la ley, no hay manera de volver a escudarnos en el argumento del niño secuestrado. Una vez que perdemos la inocencia, no hay posibilidad de recuperarla (!).

(2) ¿Qué pasa si estamos en un lugar en donde no hay manera de saber cuándo es Shabat?
El segundo interrogante aborda la ignorancia desde un lugar diferente. Supongamos que no nos olvidamos la esencia del Shabat, que sabemos que hay cosas que se pueden hacer y cosas que no y que somos cuidadosos de cumplir con estas regulaciones. Pero por esas cuestiones del destino, nos perdimos en medio del desierto, y ya no sabemos qué día es lunes y qué día es martes. ¿Qué hacemos entonces cuando ya no sabemos cuándo será Shabat? Responde el Talmud: "Cuenta seis días y descansa el séptimo."

Esta fantástica respuesta talmúdica da cuenta de que el tiempo se hace distinto conforme nosotros lo consagramos con acciones concretas. Si hemos perdido todo registro de calendario, Shabat no tiene por qué perder su centralidad, ya que - al menos en ese contexto adverso - Shabat será todo día que decidamos dedicar a tal fin. En consecuencia, será menos importante que terminemos festejando Shabat un miércoles a que nos olvidemos de Shabat durante nuestra estadía en el desierto.

Elegir priorizar la acción del hombre por sobre lo que podríamos llamar la "esencia del día" nos recuerda que aquello que marca la diferencia es la decisión subjetiva de los hombres de proponerse vivir de otra forma durante un día a la semana. Ignorar el calendario no nos exime de dedicar parte de nuestro tiempo a alejarnos de la rutina cotidiana para reencontrarnos con nosotros mismos y con tantas otras cosas. Ya que es a partir de esa bisagra que nuestra vida recupera su sentido. Mientras que la tradición judía nos permite no saber cuándo es Shabat, lo que no acepta es que nos olvidemos de construir nuestro Shabat, incluso a nuestra propia manera, incluso desde otro lugar.

miércoles, diciembre 12

La zarza y la humildad

Shabat 64a - 67b

Uno de los relatos bíblicos más conocidos dentro del Pentateuco es aquel que nos cuenta que Ds se le reveló a Moisés en una zarza ardiente que no se consumía.


El contexto es el siguiente: Moisés sale eyectado de Egipto luego de matar a una persona y temer por su vida. Llega a Midián, se establece, se casa con la hija del sacerdote local, tiene dos hijos y se dedica a pastar el rebaño de su suegro.

Moisés no sabe nada del Ds de Israel. Tampoco, de hecho, sabe demasiado sobre el pueblo de Israel, salvo que son esclavos en Egipto. Es cierto que fue su propia madre quien lo crió durante los años de lactancia (¡en la antigüedad eso podía ser de dos a cinco años!), pero lo cierto es que salvo demostrar empatía frente al esclavo sufriente - y no sabemos si es porque es judío o porque la está pasando mal bajo el látigo egipcio - no vemos que Moisés tenga un conocimiento alguno sobre las creencias y tradiciones del pueblo de Israel.

Esto es importante, ya que de acuerdo a lo que se plantea en el texto, Ds tiene que  ingeniárselas de alguna manera para presentarse frente a Moisés y que este anciano pastor de ochenta años no salga disparado o sufra algún tipo de complicación cardíaca (!). En este sentido, Ds elige manifestarse a partir de un arbusto, de una zarza, que tendrá la particularidad de que arde pero no se quema.

Ahora bien... el Talmud se pregunta por qué Ds se decidió revelar a través de una zarza y no apelando a la majestuosidad de árboles con una presencia mayor. ¿Por qué no un cedro? ¿Por qué no una palmera? ¿Por qué justamente una zarza?

Los racionalistas de entre nosotros querremos responder diciendo que la zarza es la opción más lógica, ya que no hay superávit de cedros en pleno desierto del Sinaí. Sin embargo, la botánica puede ser necesaria mas no suficiente para los sabios del Talmud. Si Ds eligió la zarza, algo nos debe querer enseñar. No puede ser casual. Algún mensaje debe de haber.

En consecuencia, en la página del día podemos leer:

"Zarza, zarza... No porque hayas sido el más alto de todos los árboles fue que el Santo bendito sea decidió morar en ti, sino porque eres el más pequeño de todos los árboles es que el Santo bendito sea decidió morar en ti."

Al elegir la zarza, Ds eligió enseñarnos algunas cosas sobre el valor de la humildad. Al inclinarse por el más pequeño , por el más insignificante, por el menos llamativo de todos los arbustos, el Ds de los sabios talmúdicos nos recuerda que cuando somos verdaderamente grandes, no hay necesidad alguna de apelar a presentaciones imponentes o a producciones majestuosas. Asimismo, la zarza se transforma en el símbolo del propio pueblo de Israel, que empequeñecido y maltratado por la esclavitud egipcia, logrará romper el yugo del Faraón y comenzará a vivir en libertad. Es desde el bajo perfil, desde la perspectiva de nunca perder la cabeza y de siempre procurar tener los pies sobre la tierra que se pueden lograr algunos cambios y se pueden iniciar ciertas revoluciones.

De Moisés se dice en la Tora que fue el hombre más humilde de la tierra. No es casual que un personaje de estas características haya comenzado su camino hacia el liderazgo a partir de una pequeña zarza. Tal vez esta primera aproximación de Ds no sólo haya motivado a Moisés a gestionar el éxodo de Egipto. Tal vez, y sólo tal vez, la forma en la que Ds eligió revelarse se transformó en el fondo que le posibilitó a un anciano pastor ser el personaje más importante de toda la historia judía.


¡HADRAN ALAJ BAME ISHA!
¡VOLVEREMOS A TI BAME ISHA!

lunes, diciembre 10

Aprender a escucharnos

Shabat 57a - 63b

El diálogo es la sabia que nutre el árbol de la normativa judía.

En entradas anteriores yo hablamos del factor democrático que permea la conformación de la ley en el judaísmo, así que en este caso vamos a dedicarnos a trabajar sobre el vector del aprendizaje en el ámbito del Talmud.

Para los sabios talmúdicos, no hay forma de aprender sino a partir del diálogo. El núcleo básico para que el aprendizaje se suceda es el estudio en Jevruta, es decir, con un compañero. Frente a modelos que promueven lecturas en soledad y horas de reflexión en silencio, el judaísmo nos invita a encontrar (al menos) un socio con el cual poder intercambiar, interactuar y crecer en sabiduría.


Es en ese contexto que en las páginas del día el Talmud registra las siguientes reflexiones:

(1) "Dos estudiosos que se afilan mutuamente hacen que Ds los haga triunfar."
Cuando dos personas estudian juntas y se desafían en la búsqueda de respuestas, lo que hacen es afilarse mutuamente. Para que eso sea posible, es indispensable que quien estudia no tenga miedo de preguntar, de subir la vara cada vez más, de incomodar (positivamente) a su compañero con interrogantes complejos. Cuando esto sucede, el "éxito divino" no es sino la capacidad de profundizar en el entendimiento de lo que se está estudiando, la posibilidad de descubrir nuevas aristas y sentidos en el área sobre la que se encuentran trabajando.

(2) "Dos estudiosos que se agradan mutuamente hacen que Ds los escuche."
Estudiar en conjunto no necesariamente es una tarea sencilla. Si uno es demasiado condescendiente con su compañero, entonces no hay muchas posibilidades de afilar el pensamiento. Sin embargo, poder desafiarse en iluminar los puntos débiles del otro no tiene por qué llevar a una situación de enemistad latente que sólo puede traer dolores de cabeza. Como dice el famoso dicho, lo cortés no quita lo valiente: Uno debe saber preguntar y exigir respuestas de quien opina distinto sin por eso ofenderlo ni atacarlo.

(3) "Dos estudiosos que se escuchan mutuamente hacen que Ds preste atención a sus palabras [...] y si no se comportan así, generan que la Presencia Divina se aleje de Israel."
Un tercer paso imprescindible para un estudio exitoso tiene que ver con aprender a escuchar al otro. Es bueno afilar a nuestro compañero con buenas preguntas y es aun mejor que sepamos ser agradables con aquel que piensa distinto. Pero nada de todo esto sirve si no logramos escuchar la opinión de nuestro semejante. Muchas veces ocurre que somos muy buenos para tirar abajo los planteos de los demás mientras defendemos a ultranza nuestras propias interpretaciones de la realidad, y mientras eso ocurre nunca nos damos chance a nosotros mismos de escuchar lo que el otro tiene para decir. De esta manera, no sólo nos perdemos de nutrirnos de argumentos que pueden ser positivos e inspiradores, sino que lo único que logramos es que el espacio de aprendizaje se evapore, y que la Presencia Divina se exilie.

Estas reflexiones talmúdicas ponen de manifiesto que el aprendizaje sólo puede florecer cuando estudiamos y nos relacionamos con gente que piensa distinto a nosotros. Si sólo nos rodeamos con gente que opina igual a nosotros entonces nadie podrá afilar nuestro pensamiento, y por tanto poco a poco nos iremos quedando miopes frente a la realidad que nos plantea la vida y sus desafíos cotidianos.

Valga entonces en ese espíritu recordar que una de las grandes virtudes de Abraham Lincoln fue armar su gabinete con todos aquellos hombres que habían sido sus competidores directos en las internas de su partido. En lugar de llenarse de obsecuentes, Lincoln optó por elegir personas que pensaban distinto, y que no tuvieron problema de frenarlo cuando vieron que obraba mal (Algo de todo esto aparece relatado en un libro formidable llamado "Team of Rivals," de Doris Kearns Goodwin).


Pensemos en el estado de la educación hoy.
En el estado de la política hoy.
En la forma en la que tenemos nosotros de relacionarnos con los demás hoy.

Y entonces regresemos al Talmud, recuperemos su sabiduría ancestral y, de ver que es necesario, actuemos en consecuencia.

jueves, diciembre 6

De culpables y responsables

Shabat 54a - 56b

Ayer escribía en twitter que a un monitor monocromático no le podemos enseñar a ver en colores. En realidad, la metáfora tecnológica era el trampolín para pensar en todas aquellas personas que se nutren de postulados maniqueístas que sólo aceptan dos opciones: una que está bien y la otra que está mal.


Acostumbrados a ver todo en blancos y negros, muchas veces perdemos sensibilidad frente a los demás colores. Ni siquiera logramos captar tonos de grises. Simplemente dejamos de verlos y es como si ya no están más.

Esta dicotomía absoluta entre buenos y malos también genera una política de trincheras, en donde no sólo asumo que estoy en lo correcto, sino que también me dedico a remarcar que los demás están equivocados, y no hago nada por sacarlos de su error. Yo soy bueno, él es malo, y por tanto que se queme en el infierno.

Frente a esta situación, el Talmud tiene algo para decirnos:

"Todo aquel que puede protestar por las [malas acciones] de los miembros de su casa y no lo hace, es juzgado por las [malas acciones] de los miembros de su casa. Si puede protestar por las [malas acciones] de la gente de su ciudad [y no lo hace], es juzgado por las  [malas acciones] de la gente de su ciudad. Si puede protestar por las  [malas acciones] de todo el mundo [y no lo hace], es juzgado por las  [malas acciones] de todo el mundo."

Para los editores del Talmud no existen las estructuras binarias. Ser bueno pero no interceder frente a las malas acciones cometidas por los demás nos hace cómplices de la transgresión. Y por eso, de acuerdo a la tradición judía es indispensable poder contribuir para reducir los daños y eliminar el mal. Y recuerden: El objetivo no es destruir a los malvados, sino trabajar a conciencia para que desaparezca el mal que se encarna en decisiones erróneas que todos vamos tomando en algún momento de nuestro propio andar (para profundizar en el tema no se pierdan este relato fabuloso). En este sentido, como sociedad somos todos responsables y debemos cuidarnos y contenernos mutuamente.

Uno de los pensadores judíos más interesantes del siglo pasado fue Abraham Joshua Heschel. Este pensador vivió la primera parte de su vida en Europa, y vio desaparecer a parte importante de su familia durante la Shoa. En la década del 30 estudió en la Universidad de Berlín, y fue testigo presencial de una sociedad que se iba degradando en sus malos tratos y en la humillación del diferente. Allí escribió su doctorado, el cual giró sobre los Profetas y su rol como portavoces de un sentido común que manifiesta la voluntad divina en obras concretas. Tiempo después Heschel logró emigrar a los Estados Unidos, en donde se volvió un referente espiritual para judíos y no judíos, llegando a caminar codo a codo con Martin Luther King jr. en la búsqueda de derechos para todos los ciudadanos norteamericanos. Fue en ese entonces que Heschel decidió traducir y ampliar su doctorado sobre los Profetas. Fue en ese entonces que Heschel escribió estas palabras, que recuperan de alguna manera lo que nos enseña el Talmud y nos hace pensar sobre lo que acontece en nuestras propias sociedades:

"Por sobre todas las cosas, los profetas nos recuerdan el estado moral del pueblo: Pocos son culpables, pero todos somos responsables. Si admitimos que el individuo está en alguna medida condicionado o afectado por el espíritu de la sociedad, el crimen de un individuo manifiesta la corrupción de la sociedad. En una comunidad que no es indiferente al sufrimiento, que es impaciente sin concesiones con la crueldad y la falsedad, y que se preocupa por Ds y por cada hombre, el crimen sería más infrecuente que cotidiano." (A. J. Heschel, The Prophets, p. 16)


¡HADRAN ALAJ BAME BEHEMA!
¡VOLVEREMOS A TI BAME BEHEMA!