domingo, agosto 26

Angustia por anticipación

Brajot 9a - 9b

¿Les pasó alguna vez de sentir cómo el corazón se les achica al pensar en escenarios  futuros? ¿Experimentaron en algún momento un nudo en la garganta por lo que creían que iba a suceder? ¿Dolor de panza? ¿Malestar general? ¿Ansiedad?

Es increible como el futuro nos angustia y moviliza. Así es: Aquello que todavía no ocurrió nos pone ansiosos y, en consecuencia, nos largamos a sufrir anticipadamente.

Tomando estas sensaciones en consideración, quiero que leamos el siguiente párrafo talmúdico:

Le dijo el Santo bendito sea a Moisés [al revelarse en la zarza ardiente]: Ve y dile a los hijos de Israel: Así como estuve con ustedes en esta esclavitud, así estaré con ustedes en la esclavitud [que sufrirán en un futuro] bajo las naciones [del mundo].
Le respondió [Moisés a Ds]: Soberano del Universo, es suficiente el sufrimiento en su hora.
Le dijo el Santo bendito sea: Ve y diles: "El que Será me envía a ustedes" (Ex. 3:14).


Hay varios puntos para resaltar en estas pocas líneas: Un Ds que se manifiesta bajo la certeza de acompañar y sostener al pueblo en los momentos más difíciles; o un Ds que, frente al consejo de Moisés, no duda en cambiar de opinión y modificar su mensaje. Pero hoy me quiero concentrar en las palabras de Moisés: "Es suficiente el sufrimiento en su hora."

En contraposición a la angustia por anticipación, el Talmud nos recuerda que, aun si no podemos evitar los momentos de dolor, nada ganaremos sufriendo a priori por lo que todavía no ha pasado. Ponernos a llorar por lo que todavía no sucedió nos impide disfrutar de lo que tenemos hoy, nos nubla los sentidos y nos imposibilita reconocer todo lo bueno que nos rodea. El Talmud no niega que todos pasaremos por tiempos difíciles, pero lo que nos enseña es que lamentarnos hoy por lo que ocurra mañana no logrará reducir nuestro sufrimiento cuando llegue la noche.

Angustiarnos por un futuro incierto es hacer un pésimo uso de un recurso tan limitado como lo es nuestro tiempo aquí en la tierra. Así que, sabedores de que llegado el caso tendremos que remar contra la marea, aprovechemos los días sin tormenta para vivir con alegría.


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