martes, octubre 30

Historia de historias

Shabat 20b - 21b

A veces creo que la Historia no existe.

Por el contrario, cada día me convenzo más de que somos hijos de historias y frutos de relatos. Nos vamos construyendo - tanto a nivel personal como social - a partir de las narrativas e interpretaciones que vamos adoptando para darle sentido a lo que ocurre y trasncurre con nuestras vidas. Y por eso debemos prestar especial atención a los discursos que sostenemos, ya que ellos terminan por definir los mundos simbólicos en los que habitamos.

Con el comienzo del segundo capítulo del tratado de Shabat, el Talmud deja a un lado las reflexiones sobre aceites y mechas que pueden ser usadas para encender las luminarias del día y se pregunta: ¿Qué es Januca?


He aquí la respuesta:

"Enseñaron los Sabios: El 25 de Kislev [comienza y] los días de Januca son ocho. En ellos no se pueden hacer panegíricos ni se puede ayunar. Ya que cuando ingresaron los griegos al Santuario impurificaron todos los aceites del Santuario, y cuando el reino de la casa de los Jasmoneos se impusieron y los vencieron, buscaron y no encontraron sino un sólo cuenco de aceite que contaba con el sello del Sumo Sacerdote, y no había en él sino para encender [la Menora] durante un día. Se sucedió un milagro y pudieron encender de él ocho días. Al año siguiente fijaron estos días y los hicieron días de fiesta, de alabanza y reconocimiento [a Ds]."

Los hechos que enmarcan la celebración de Januca se ubican temporalmente en el siglo II a.e.c., cuando el seléucida Antíoco Epífanes ocupó Jerusalem y dispuso una cantidad de edictos religiosos contrarios a la fe judía, lo cual provocó la revuelta del pueblo comandada por la familia de los Jasmoneos (también conocidos como los macabeos).


No obstante, si leemos atentamente el Talmud, veremos que casi no hay mención de la guerra macabea que llevó a la recuperación del Templo y a la derrota de los griegos. Por el contrario, los Jasmoneos son descriptos como personas sumamente preocupadas por la pureza e impureza del aceite necesario para encender la Menora. Asimismo, el relato gira en torno al milagro que hizo que el aceite se multiplicara para que la Menora permanezca encendida ocho días, los necesarios para poder producir nuevos cuencos de aceite. Lo interesante es que si leemos el libro de los Macabeos no hay mención alguna de este milagro. Tampoco Flavio Josefo da cuenta de la multiplicación del aceite puro. ¿Existió el milagro o fue fruto de la creación talmúdica? ¿Importa el hecho o importa el relato?

Elegir cuál es el relato sobre el cual queremos hacer girar nuestras identidades no es un detalle menor. En la decisión editorial del Talmud de minimimzar la guerra maximizando el milagro ritual se condensa el mensaje rabínico del eje sobre el cual se quiere hacer hincapié: Januca no se tratará de la exaltación bélica ni del llamamiento a la revolución contra el imperio hereje y enemigo sino sobre incrementar la luz - literal y metafóricamente - y celebrar la continuidad del pueblo incluso en situaciones adversas.


¿Por qué decidieron esto los sabios del Talmud? Porque Januca tenía el potencial de transformarse en un reguero de pólvora que pudiera poner en jaque la subsistencia de Israel: Mientras que en el s. II a.e.c. los macabeos lograron doblegar a los griegos, para el año 70 e.c. las facciones judías más exaltadas intentaron hacer lo mismo con el imperio romano y vieron cómo esa elección trajo consigo la destrucción del Templo de Jerusalem de una vez y para siempre. De igual manera, en el 132 e.c. volvieron a revelarse y fueron masacrados sin piedad. En este contexto, Januca podía transformarse en el estandarte de la revolución y en el relato que inspire a generaciones de jóvenes a levantarse contra sus enemigos. Los sabios, haciendo ejercicio de liderazgo adaptativo, concientes del desequilibrio de fuerzas y de los riesgos que podría acarrear para la continuidad del judaísmo una nueva revolución, acallaron toda reflexión sobre Januca en la Mishna (antecesora del Talmud) y en el Talmud hicieron girar la narrativa sobre el milagro de seguir andando.

Yo sigo sin saber si la Historia existe. Pero me queda claro que los pueblos se fortalecen o se debilitan a partir de los relatos que deciden contar sobre sus propias gestas fundacionales.

2 comentarios:

  1. Hay un tema mucho más interesante para mí que se desprende de cómo leemos la historia.

    He aquí el debate o la tensión entre el académico vs. el rabino.

    Escribi sobre este tema en mi blog en la siguiente publicación: http://www.judiosyjudaismo.com.ar/2011/07/la-historia-judia-segun-graetz/





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