jueves, noviembre 1

El secreto de la felicidad

Shabat 22a - 25b

Ser felices. A todos nos gustaría ser felices. Dedicamos horas, esfuerzos y recursos varios a perseguir esa felicidad que muchas veces parece que se nos escurre sin permiso entre los dedos. A veces tenemos suerte, y a veces no. Hay días en los que nos sentimos plenos y realizados, y otros en los que nos asfixia la ansiedad o la frustración.

Pero... ¿cuál es el secreto de la felicidad?


No se ustedes, pero yo creo que no hay caminos únicos o soluciones fáciles que nos permitan alcanzar la felicidad. De existir atajos universales, hace tiempo que todos los habríamos utilizado. Lo que sí existen son distintas opiniones en relación a aquellas cosas que pueden contribuir a esa sensación de plenitud tan particular que nos inunda cuando estamos bien. Podemos tomarlas y probarlas a ver cómo nos va, o bien podemos intentar encontrar nuestra propia fórmula, aplicable solamente a nuestras propias vidas.

El Talmud registra cuatro de estas fórmulas, las cuales quiero compartir ranqueándolas según mi propia visión sobre el tema. La pregunta que se hace el Talmud es: ¿Quién es rico? pero a mi me parece que riqueza no sólo habla de propiedades, sino que puede ser entendido como felicidad también (de hecho, riqueza y felicidad en hebreo se dicen igual - osher - aunque se escriban distinto).

En cuarto lugar se ubica Rabi Tarfon, quien dijo: "[Rico es] todo aquel que tiene cien viñedos, cien campos y cien esclavos que trabajan en ellos."

Rabi Tarfon es un literalista: Si le preguntan por riqueza, contesta cuantificando la cantidad de propiedades que entiende necesarias para sentirse satisfecho y realizado. Para este sabio, el ser parecería fundarse en torno a la posesión de bienes en una economía de consumo. Sin embargo, cuando la felicidad aparece reflejada como parte de la ecuación de compra-venta de bienes y servicios, posiblemente veamos cómo ésta se termina consumiendo, quedando sepultada en la avidez de tener cada vez más viñedos, cada vez más campos y cada vez mas servidores que nos ayuden a crecer nuestras propiedades. Hoy en día siguen existiendo muchos alumnos de Rabi Tarfon, pero me parece que no es en amasar capital que anida el secreto de la felicidad.


En tercer lugar aparece Rabi Iosi, quien planteó: "[Rico es] todo aquel que tiene un inodoro cerca de su mesa."

Sorprendente, ¿no? Hay intérpretes que entienden que Rabi Iosi tenía problemas intestinales, y por tanto su plenitud sólo podía manifestarse en no tener que esperar lo que no se podía contener. Y de hecho, entiendo que incluso si gozamos de buena salud, podemos registrar algún episodio en el cual necesitabamos un baño con suma urgencia y sentimos un profundo alivio al encontrarlo. Aun así, también podemos ver en la frase de Rabi Iosi un manifiesto algo más amplio y decir que para este sabio la felicidad radica en ver satisfechas nuestras necesidades básicas. Somos felices a partir de contar con lo mínimo necesario para vivir con dignidad: Un techo, comida todos los días, ropa para vestir, etc.. De alguna manera es la postura contraria a Rabi Tarfon: No se necesitan cien viñedos para ser felices. Con una cama es suficiente. Sin embargo, Rabi Iosi continua la misma línea de Rabi Tarfon en el hecho de que ambos hacen depender la felicidad de bienes materiales, sean muchos o sean pocos.


El segundo lugar de nuestro ranking se lo lleva Rabi Akiva, quien opinaba: "[Rico es] todo aquel que tiene una mujer cuyas acciones son buenas."

Rabi Akiva es un romántico: La felicidad gira en la elección de una buena compañera para compartir toda la vida. De hecho, el Talmud registra en otro tratado que Rabi Akiva se transformó en el sabio más importante de su generación gracias a la ayuda que recibió de su mujer. Fue ella quien le insistió que se fuera a estudiar, llegando incluso a ser desheredada por su padre quien se oponía a esta unión. No obstante, en la posición de Rabi Akiva podemos también entender que la felicidad se incrementa no a partir de las propiedades que tenemos, sino de las relaciones que forjamos. Nuestra calidad de vida no se mide en los bienes materiales que poseemos sino en la capacidad que desarrollemos de generar amistades significativas y duraderas a lo largo del tiempo. Ya no se trata de ser en el poseer, sino de ser en el fortalecimiento de nuestros vínculos afectivos. Para Rabi Akiva, la felicidad es en nuestra relación con los demás.


Por último, el primer lugar de esta lista es para Rabi Meir: "[Rico es] todo aquel que está en paz con su riqueza."

Mientras los tres sabios anteriores hacen girar la felicidad sobre factores externos - bien se trate de propiedades o de relaciones - Rabi Meir propone que la riqueza es un estado del alma: Sólo puede ser feliz quien está en paz con lo que es. La vida nos muestra infinidad de casos de gente que tiene todo el dinero del mundo y se sienten miserables, y personas que aun rodeadas de afecto y compañia no dejan de hundirse en profundos estados depresivos. Asimismo sabemos de gente que parece no tener nada y aun así miran a la vida con optimismo, tratando siempre de ver el medio vaso lleno. En consecuencia, tal vez el camino a la felicidad no se encuentra "allí afuera" sino que tiene que ver con la posibilidad de entrenar el alma en el desarrollo de un estado espiritual que nos ayude a estar en paz con nosotros mismos. Esto no significa de ninguna manera que el camino hacia la felicidad sea la aceptación de lo que nos toca o la apuesta por la resignación frente a lo que nos sucede. Siempre tenemos que aspirar a superarnos y mejorar. Pero mientras vamos creciendo, el desafío es reconocer que la felicidad es una potencia que anida en cada uno de nosotros, y que es nuestra responsabilidad transformarla en acto trabajando cotidianamente sobre nuestro propio ser. Puede que no sea sencillo. Puede que por momentos nos resulte pesado y engorroso. Pero no por eso debemos bajar los brazos. Porque quizá ahí - en seguir intentándolo - radique el secreto más importante que nos ayude a encontrar la felicidad.


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