jueves, noviembre 15

Los hermanos sean unidos

Shabat 34a - 36b

Luego de regalarnos algunas páginas llenas de perlas de sabiduría y relatos imperdibles, el segundo capítulo del tratado de Shabat finaliza hablando de cuestiones técnicas relacionadas con el ocaso (¿cuándo es? ¿cuánto dura?) y con lo que ocurría en la antigüedad cuando Shabat estaba por comenzar.


El Talmud nos cuenta que durante la tarde del viernes, en las ciudades se tocaba el shofar seis veces, con la intención de ir avisándole a la gente que Shabat se estaba acercando y que era necesario dejar de trabajar.

En este contexto, podemos leer lo siguiente:

"Seis toques [de Shofar] se tocan en la víspera de Shabat: Con el comienzo de la primera tekia (sonido), las personas que están en el campo dejan de azar, de arar y de hacer todas las actividades del campo. Y los que están cerca no pueden ingresar [en la ciudad] hasta que lleguen los que se encuentran lejos y entren todos juntos como si fueran uno."


Este párrafo dictamina la ley en relación al trabajo en el campo. A priori parecería un texto técnico y sin mayor vuelo o derivaciones para nuestros días. Y sin embargo, a mi la idea de que aquellos que se encontraban cerca de la ciudad tengan que esperar a los que se encuentran lejos para ingresar todos juntos a la ciudad me parece maravillosa.

Shabat es un día en el que procuramos reencontrarnos con la naturaleza y con nuestros seres queridos. Shabat es un día en el que intentamos recuperar cierta armonía que perdemos al sumergirnos en la rutina y las corridas de la semana. Y por ello, no hay Shabat que sea posible si no ingresamos en él todos juntos, como si fuéramos uno.

En la invitación talmúdica a esperar a aquellos que se encuentran más lejos, además, creo que no sólo hay un detalle geográfico sino principalmente un pedido existencial: Aquellos que están más cerca no pueden olvidarse o desentenderse de aquellos cuyo recorrido les tomará más tiempo. No hay pueblo judío si no sabemos esperarnos y acompañarnos mutuamente. Y tampoco hay humanidad que se sostenga en el tiempo si lo que prevalece es el paradigma de la supervivencia del más apto.

El Shabat, en este sentido, pasa a ser metáfora de un tiempo distinto, al cual somos llamados a acceder como hermanos. En tiempos de violencia, de guerra y de terror, no deja de ser significativo que el Talmud nos recuerde que el gran desafío que tenemos por delante es llegar a la ciudad en unión fraternal ya que como dijo muchos años después el gaucho Martín Fierro, esa es la ley primera.


¡HADRAN ALAJ BAMEMADLIKIN!
¡VOLVEREMOS A TI BAMEMADLIKIN!

PD: Entre las páginas 36b y 47b se extiende el tercer capítulo del tratado de Shabat. Desgraciadamente no tuve la capacidad de encontrar nada que me inspirara a escribir un post en el blog. Quizá con más razón tenga que decir: "Hadran Alaj"... a saber: Quiera Ds que para la próxima vuelta logre dar con pasajes que me lleven a reflexionar sobre aquello que no he podido ver todavía.

¡HADRAN ALAJ KIRA!
¡VOLVEREMOS A TI KIRA!

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