jueves, febrero 28

Lágrimas buenas, lágrimas malas

Shabat 151b - 153a

El anteúltimo capítulo del tratado de Shabat termina regalándonos reflexiones sobre la vejez, la muerte y el mundo venidero. El Talmud va a ir desgranando estos temas a partir de versículos selectos del libro del Eclesiastés, el cual justamente habla amargamente de la vejez desde la visión de un hombre mayor que no logra encontrar la forma de trascender más allá de la muerte física.


Es en este contexto que - a mi entender - se encuentra una de las frases más profundas de todo el tratado, la cual hace referencia a las lágrimas. Yo conocía esta enseñanza y la había escuchado hace algunos años atrás, pero no sabía que se trataba de un texto talmúdico. Espero que les guste tanto como a mí.

La frase dice lo siguiente:

"Seis tipos de lágrimas hay: Tres buenas y tres malas.
Las del humo, las del llanto [de tristeza] y las que salen en el baño son malas.
Las del perfume, la risa y los frutos son buenas."

El Talmud nos dice que no todas las lágrimas son iguales. Hay lágrimas que son nocivas o que nos dañan, y lágrimas que nos hacen bien y nos fortalecen en el espíritu. En un primer nivel, se trata de fenómenos físicos: el humo, la congoja o la fuerza que hacemos cuando el cuerpo no responde como nos gustaría, pueden hacernos llorar y pueden quebrantar nuestros ánimos. Por el contrario, las lágrimas que surgen cuando nos reímos a gusto, pueden elevar nuestro espíritu y hacernos sentir bien.


Pero además, esta frase puede entenderse en un sentido más metafórico: Hay lágrimas que se derraman y se hacen humo, mientras que hay lágrimas que dan cuenta de los procesos y presencias que movilizan nuestras vidas a lo largo del camino. Cuando, por ejemplo, perdemos a un ser querido y sentimos que el mundo se abre bajo nuestros pies, debemos recordar las enseñanzas de nuestra tradición, y dar cuenta de que las lágrimas vertidas no son puro humo, sino que son la consecuencia directa de honrar la memoria de quienes con sus vidas y sus muertes nos permitieron a nosotros llegar hasta este momento. Aquellos que nos congregamos para despedir a quien fallece, somos los frutos de los lazos generados en vida, y que la muerte no puede disolver. Esas lágrimas de duelo, son en realidad lágrimas por los frutos, son lágrimas buenas, y llegado el tiempo serán parte de aquellos recursos que nos permitan volver a ponernos de pie.

¡HADRAN ALAJ SHOEL!
¡VOLVEREMOS A TI SHOEL!

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