Shabat 27a - 30b
Estoy en Quito, Ecuador, en donde se está llevando adelante la Asamblea Rabínica Latinoamericana y el 12vo Encuentro de Profesionales y Dirigentes judíos del JDC. Por eso no se cuándo o cuánto podré escribir durante esta semana.
Y sin embargo, mientras estaba en el avión camino a Ecuador, leí un texto precioso que no quería dejar de compartir en este espacio.
El Talmud nos cuenta: "Raba tenía la costumbre de abrir cada una de sus clases con palabras graciosas, para luego pasar a trabajar con pasión y seriedad sobre los temas del día."
Muchas veces creemos que el humor debe quedar fuera del ámbito de la docencia, de la teología o de la religión. Nos imaginamos que ser serios implica necesariamente poner cara de piedra y evitar todo comentario gracioso. En contraposición, el Talmud nos enseña que lo Cortés no quita lo valiente y que enseñanzas profundas pasan por integrar de manera inteligente el humor con pensamientos sutiles e inteligentes.
El punto es no tenerle miedo a ser gracioso, siempre y cuando la gracia no consista en burlarse y humillar a los demás. Ser simpático es una virtud que no debe menospreciarse.
Así que ya saben: sonrían y no tengan miedo de intercalar chistes y palabras graciosas en aquello que piensan y comparten con los demás. Esa es la forma que tenemos de ser verdaderos herederos de Raba y verdaderos discípulos del Talmud.
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