viernes, agosto 31

Sueños, metas e interpretaciones

Brajot 14a - 14b

¿Dónde radica el sentido de un texto?

Habrá quien piense que el sentido radica en el texto mismo; otros alegarán que el sentido original sólo lo sabe el autor; y un tercer grupo dirá que en realidad es el lector el que le da sentido a lo que lee, siendo lo leído el trampolín para saltar hacia los confines de la interpretación.


Personalmente, creo que el sentido de lo que leemos se da en el encuentro. El lector se encuentra con un texto dado, siendo el sentido de lo que se lee producto de ese momento único en donde se unen lo escrito con lo absolutamente subjetivo de cada persona. En ese encuentro es que se abren un sinfín de pequeñas grietas desde donde también podemos encontrar nuevos sentidos a textos de antaño.

Cuento todo esto porque hoy quiero compartir en este espacio una frase del Talmud cuyo "sentido original" (si realmente existe algo así) seguramente no fue el que yo le daré aquí. Lo bueno, en todo caso, es que la frase puede albergar múltiples niveles de sentido, los cuales no necesariamente se neutralizan o invalidan mutuamente.

Nos enseña el Talmud:

"Dijo Rabi Iona en nombre de Rabi Zeira: Todo aquel que pasa siete días sin soñar es considerado un malvado."


La reflexión de Rabi Zeira surge de un versículo del libro de los Proverbios (19:23). Para los sabios del Talmud, la imposibilidad de recordar los propios sueños es una mala señal, y de hecho una gran parte del último capítulo del tratado de Brajot gira sobre el tema de los sueños y sus interpretaciones (así es, Freud llegó varios siglos más tarde a hablar de lo mismo, aunque desde otro lugar).

Sin embargo, yo quiero entender esta frase en un sentido algo más metafórico. Porque en realidad lo que al menos yo rescato de las palabras de Rabi Zeira es la idea de que todos aquellos que se pasan la vida sin ponerse nuevas metas, terminan atentando contra sí mismos.

El gran desafío que cada uno de nosotros tiene por delante es el de nunca dejar de tener sueños y aspiraciones, llegando incluso al punto de que deberíamos sostener esos anhelos todas las semanas. Dejarnos caer en el espiral cotidiano de una rutina que nos abruma nos termina cegando frente a las cosas verdaderamente importantes de la vida. Todos tenemos el potencial para ser la mejor versión de nosotros mismos, y eso sólo se puede lograr si nos animamos a emprender nuevos proyectos y a poner en marcha nuevas metas y objetivos.


Mientras va llegando el fin de semana, los invito a que sigamos pensando en las palabras de Rabi Zeira, en el ejercicio de ir descubriendo cuáles son nuestros sueños y qué es lo que hacemos por procurar que se realicen. ¡Shabat Shalom!

jueves, agosto 30

Intenciones

Brajot 13a - 13b

El segundo capítulo del tratado talmúdico de Brajot comienza discutiendo un tema altamente complejo: las intenciones.

¿Es necesario tener la intención correcta cuando realizamos tal o cual acción?
¿Qué debemos priorizar: el acto en sí o la intención apropiada?
¿Un acto sin intención no tiene sentido ni valor?
¿Puro acto es condenarnos a pura rutina?


Las respuestas a estos interrogantes no son nada sencillas. Al parecer, la pregunta por las intenciones no tiene una respuesta única o lineal. Todos quisiéramos que nuestras acciones vayan acompañadas de buenas intenciones, pero cuando tenemos que elegir entre una y otra el terreno se vuelve un tanto inestable.

Por un lado tenemos a quienes dicen que las acciones deben primar, y que es preferible una acción sin intención a gestos de buena voluntad que nunca se traducen en actos concretos ya que "el camino al infierno está lleno de buenas intenciones."


Por otro lado llegan los defensores de las intenciones, quienes a su vez son detractores de la mecanicidad propia de un acto vacío de sentido o intención. Si la acción no se acompaña de la férrea convicción de lo que se está haciendo, ese hacer cae en saco roto y no sirve para nada. Sería como volvernos un ejército de robots programados para cumplir ordenes pre-establecidas.


El Talmud refleja parte de esta tensión. En la página del día se comienza diciendo que "todos los preceptos necesitan de intención para que su cumplimiento sea efectivo," para luego negar que eso sea así. Finalmente, con la mera acción será más que suficiente.

A priori, parecería que elegir las acciones por sobre las intenciones es un error. De aquí a caer en la celebración de la repetición mecanicista de acciones despojadas de sentido hay un paso no muy grande. No por casualidad el pensador judío Abraham Joshua Heschel sostuvo en uno de sus libros que el día en que el judaísmo talmúdico se decidió por los actos y no por las intenciones fue un momento sumamente triste de nuestra historia.

Y sin embargo, al menos mientras escribo esto me surgen dos puntales:
En el marco de la educación: Cuando los niños son pequeños, el primer aprendizaje viene desde la copia y repetición de una multiplicidad de tareas que ven en quienes los rodean. Esa incorporación activa no se plantea desde la reflexión sobre las intenciones correctas o las razones adecuadas para que la acción tenga sentido. Se trata de lo que en inglés se dice "play" en su doble acepción de jugar y actuar. Así se aprende. Las intenciones llegan más tarde.


En el marco de la neurociencia: ¿Qué viene primero? ¿Las ganas de ser feliz y luego la sonrisa? ¿O el acto de sonreir que dispara la sensación de que nos sentimos mejor? Incluso si nos parece contraintuitivo, comenzar por el acto de sonreir - aun cuando no nos sentimos con las ganas de hacerlo - puede generar en nuestro organismo una mejoría. Somos aquello que hacemos, así que si "hacemos sonrisas" es posible que terminemos sintiéndonos felices.


Muchas veces nos apoyamos en el discurso de que no haremos tal o cual cosa hasta no sentirla. Mientras no entendamos su lógica, su razón, su sentido o intención, preferiremos no hacer. Tal vez la decisión del Talmud de priorizar acciones a intenciones haya girado en un principio a esta idea de incorporar los actos para poder más adelante llenarlos de sentido. Porque así como al sonreir podemos sentirnos un poco mejor, de igual forma al cumplir con determinadas acciones podemos terminar descubriendo a posteriori el sentido trascendente que en ellas anida.

¿Y ustedes que piensan?
¿Acciones o Intenciones?

miércoles, agosto 29

Una lagartija y una bendición

Brajot 12a - 13a

Hoy es mi cumpleaños.
Empezó de una manera muy especial:




Pero la vida no es sólo cumpleaños, virus y lagartijas. También es bendición. Y en ese espíritu hoy quiero regalarles una bendición que aparece en la página del Talmud del día, y que dice lo siguiente:


"Aquel que hace morar Su Nombre en esta casa, haga morar entre ustedes el amor y la fraternidad, la paz y el compañerismo."


PD: Si se fijaron, hoy llegamos hasta la página 13a (y no 12b como siempre) porque aproveche para leer un poco más y llegar al final del primer capítulo del tratado de Brajot. Al terminar un capítulo del Talmud la costumbre es decir: "Hadrán Alaj" lo que se puede traducir como: "Volveremos a tí," en la esperanza de poder regresar en el estudio y la lectura en algún futuro. HADRAN ALAJ MEIMATAI!!!

PD2: ¡La lagartija no murió! Fue liberada en paz y gozando de buena salud.

martes, agosto 28

¿Quién creó el mal?

Brajot 11a - 11b

Ayer hablábamos de los malvados.
Hoy nos toca hablar del mal. Del origen del mal.

El pensamiento monoteísta tiene en el mal un problema teológico central: Decir que Ds creó el mal es casi tan malo como decir que el mal es una fuerza independiente sobre la que Ds no tiene potestad o control.

Entre Guatemala y Guatepeor (?), el profeta Isaías fue claro en su elección, poniendo en boca de Ds las siguientes palabras: "Yo formo la luz y creo la oscuridad, hago la paz y creo el mal. Yo, Ad-nai, hacedor de todo esto" (45:7).


Les cuento esto porque el versículo de Isaías conforma la introducción de una de las bendiciones que los judíos leemos cada mañana al rezar, bendición que es parte de las discusiones talmúdicas de la página del día. Aunque con una pequeña diferencia: En lugar de decir que Ds hace la paz y crea el mal, los sabios establecen en el Talmud que mejor cambiar un poco el fraseo y proclamar que Ds "forma la luz y crea la oscuridad, hace la paz y crea todo."

El Talmud justifica este cambio "sutil" alegando que "crea todo" es un lenguaje más refinado que "crea el mal." Si Ds crea todo, entonces también el mal está incluido en el paquete, sin tener que recordar explícitamente cada mañana que Ds es el responsable de lo malo que abunda en el universo.

Pero decir que Ds crea todo también abre la puerta a pensar que en realidad el mal no es algo con entidad propia sino una ausencia. A ver si me explico: En este ajedrez teológico el primer paso fue dejar de decir que Ds crea el mal para pasar a sostener que lo que Ds crea es todo. El segundo paso es manifestar que el mal no es algo que se crea, sino que es la falta de su contracara, es decir: el bien. Y así como la oscuridad no es más (ni menos) que falta de luz, el mal vendría a ser la ausencia de bien. Será la sombra que se proyecta cuando nos exponemos al sol, será el agujero de una rosquilla que aun si no tiene existencia propia es necesario para que la rosquilla no pase a ser cualquier otro tipo de pan dulce. Eso es el mal: El agujero que hace de nuestro mundo el mundo que es, y no otra cosa. No tiene entidad propia ni es creación divina, sino que surge a la par y como contrapartida de todo lo positivo en el mundo que se fue creando.


¿Vieron? El cambio de una sola palabra trajo consecuencias teológicas importantes. Nuevos mundos se pueden crear a partir de nuestro "lenguajear" (Maturana dixit). Así que independientemente del interés que les pueda generar el pensamiento teológico, sepamos construir mundos mejores comenzando por la forma en que hablamos y hacemos uso de una de las herramientas más maravillosas con las que contamos: el lenguaje.

PD: Si les interesa el tema del mal en el pensamiento judío, pueden encontrar una conferencia al respecto haciendo click aquí.

lunes, agosto 27

Bullying

Brajot 10a - 10b

¿Hay algo que sea tan molesto como un vecino ruidoso? Tal vez sí: vecinos que no sólo son ruidosos sino que son malandrines a los que no se les puede decir nada por miedo a futuras represalias.

Algo de esto, nos cuenta el Talmud, ocurría hace casi dos mil años atrás con Rabi Meir. 

Escena 1
En el barrio de Rabi Meir vivían un par de matones que lo atormentaban a diario.
COMENTARIO: Así es, el bullying no nació con nuestros tiempos, aunque tal vez se haya intensificado.


Escena 2
Rabi Meir se defendió de la única manera que sabía: rezando.
¿Y qué pedía Rabi Meir cuando rezaba? Rezaba pidiendo que se mueran.
COMENTARIO: Estas líneas pueden causar un poco de rechazo, así que vamos por partes. Lo que el Talmud nos quiere decir es que Rabi Meir está incapacitado de hacer nada frente a los matones. Tan indefenso está que debe recurrir al Cielo. Es cierto que, al menos en el imaginario talmúdico, las oraciones de determinadas personas pueden generar resultados asombrosos (vean cómo continua el relato), pero el punto me parece que está en resaltar la situación de riesgo en la que se encuentra el sabio.


Escena 3
Bruria, la mujer de Rabi Meir, escuchó las plegarias de su marido y lo regañó citando un versículo bíblico: "Que se acaben las transgresiones de la tierra y que los impíos dejen de serlo" (Salmos 104:35).
COMENTARIO: Estas líneas son simplemente maravillosas. Primero, en un texto escrito por hombres para hombres, aparece una mujer enseñándole a su marido sobre valores judíos que se articulan en la Biblia. Rabi Meir, gran sabio de su generación, aprende de Bruria, su compañera, que el ideal judío no es la muerte y desaparición de los malvados sino el generar las estructuras para que lo que desaparezca sea el mal y no los malos. Tomando esto en cuenta, es que debemos pensar en cómo lidiar con temas tan diversos como el bullying en las escuelas o el sistema carcelario. ¿Cómo hacemos como sociedad para procurar que la transgresión se acabe sin tener para eso que arrasar con los transgresores?


Escena 4
Rabi Meir pidió [al Cielo] misericordia sobre los malhechores, y ellos terminaron arrepintiéndose [de sus fechorías].
COMENTARIO: Vemos finalmente la fuerza de la plegaria de Rabi Meir manifestándose al cierre de este relato. Pero ahora su oración ayuda no sólo a su propia persona sino también a los hombres que logran revisar sus acciones y arrepentirse de ellas.


CONCLUSION: En nuestros días lidiar con matones es mucho más complejo que ponernos a rezar. Pero me parece que el mensaje del Talmud es claro y su tema principal no es el poder de la plegaria sino el objetivo que perseguimos al operar sobre la estructura social. El desafío no es abrazar el ideal espartano de tirar por el acantilado a quienes no se ajustan sino poder trabajar para que aquellos que hasta ahora han tomado malas decisiones encuentren los recursos para cambiar y aspirar a ser la mejor versión de sí mismos.


domingo, agosto 26

Angustia por anticipación

Brajot 9a - 9b

¿Les pasó alguna vez de sentir cómo el corazón se les achica al pensar en escenarios  futuros? ¿Experimentaron en algún momento un nudo en la garganta por lo que creían que iba a suceder? ¿Dolor de panza? ¿Malestar general? ¿Ansiedad?

Es increible como el futuro nos angustia y moviliza. Así es: Aquello que todavía no ocurrió nos pone ansiosos y, en consecuencia, nos largamos a sufrir anticipadamente.

Tomando estas sensaciones en consideración, quiero que leamos el siguiente párrafo talmúdico:

Le dijo el Santo bendito sea a Moisés [al revelarse en la zarza ardiente]: Ve y dile a los hijos de Israel: Así como estuve con ustedes en esta esclavitud, así estaré con ustedes en la esclavitud [que sufrirán en un futuro] bajo las naciones [del mundo].
Le respondió [Moisés a Ds]: Soberano del Universo, es suficiente el sufrimiento en su hora.
Le dijo el Santo bendito sea: Ve y diles: "El que Será me envía a ustedes" (Ex. 3:14).


Hay varios puntos para resaltar en estas pocas líneas: Un Ds que se manifiesta bajo la certeza de acompañar y sostener al pueblo en los momentos más difíciles; o un Ds que, frente al consejo de Moisés, no duda en cambiar de opinión y modificar su mensaje. Pero hoy me quiero concentrar en las palabras de Moisés: "Es suficiente el sufrimiento en su hora."

En contraposición a la angustia por anticipación, el Talmud nos recuerda que, aun si no podemos evitar los momentos de dolor, nada ganaremos sufriendo a priori por lo que todavía no ha pasado. Ponernos a llorar por lo que todavía no sucedió nos impide disfrutar de lo que tenemos hoy, nos nubla los sentidos y nos imposibilita reconocer todo lo bueno que nos rodea. El Talmud no niega que todos pasaremos por tiempos difíciles, pero lo que nos enseña es que lamentarnos hoy por lo que ocurra mañana no logrará reducir nuestro sufrimiento cuando llegue la noche.

Angustiarnos por un futuro incierto es hacer un pésimo uso de un recurso tan limitado como lo es nuestro tiempo aquí en la tierra. Así que, sabedores de que llegado el caso tendremos que remar contra la marea, aprovechemos los días sin tormenta para vivir con alegría.


sábado, agosto 25

Charla de café, un sábado a medianoche

Brajot 8a - 8b

Sábado por la noche.
Escribir una nueva entrada me suena un tanto descabellado. ¿Quién tiene ánimos suficientes como para sentarse a estudiar Talmud?

Por suerte, hoy me encontré con uno de esos pasajes que son memorables no por su profundidad filosófica sino por lo coloquial de una situación que parece tan propia de nuestros tiempos como lo era en los días en que fue registrada: Hombres hablando de mujeres.

El contexto es el siguiente: El Talmud intenta dilucidar el significado de un versículo del libro de los Salmos que dice: "Por esto orará a Ti todo devoto en el tiempo en que puedas ser hallado" (32:6). ¿A qué refiere el término "esto"? De poder elegir, ¿qué es lo que le deberíamos pedir a Ds para que nos de? Una de las respuestas presentadas por el texto alega que si vamos a pedirle algo a Ds, que sea una buena mujer, una buena compañera.


Y aquí se abre el paréntesis rabínico para que el Talmud agregue el siguiente pasaje:

"Cuando en el occidente (es decir, Israel) un hombre se casa, le dicen [sus amigos]: "¿Matza o Motze?" Matza, como está escrito: "El que encuentra (Matza) esposa encuentra el bien y alcanza la benevolencia de Ds" (Pr. 18:22). Motze, como está escrito: "Yo encuentro (Motze) a la mujer más amarga que la muerte" (Ec. 7:26)."

No se ustedes, pero yo puedo imaginarme - y también puedo recordar - charlas entre amigos preguntando qué onda con tal o cual, y creo que no me equivoco si digo que algo así también ocurre entre amigas hablando de novios y afines. Y para esta noche, no se me ocurre mejor párrafo para compartir que esto que los amigos se decían en Israel hace unos mil quinientos años atrás. Porque aun si mucho ha cambiado, al parecer tanto en aquel entonces como también ahora, hay relaciones que son Matza, y hay relaciones que son Motze!! :)


viernes, agosto 24

¿Por qué a la gente buena le va mal?

Brajot 7a - 7b


El problema de que a la gente buena le vaya mal es tan viejo como la vida misma.
En marcos religiosos, el problema se hace aun más complejo, ya que textos tradicionales plantean que conforme el hombre actue bien será recompensado de manera acorde.

En la Biblia, esta crisis existencial termina implosionando con Job: ¡tan pero tan bueno que era y tan pero tan mal que le fue!

Para la época del Talmud, muchos años después de Job, la pregunta sigue sin respuesta. Incluso el texto imagina al mismísimo Moisés preguntándole a Ds por qué hay justos a los que les va bien y justos a los que le va mal, malvados a los que les va bien y malvados a los que les va mal. ¿Hay forma de encontrarle sentido a esto? ¿Tiene sentido acaso?


El Talmud pone una primera respuesta en boca de Ds, de la cual después se desdice (así es, el Talmud no tiene miedo de desdecirse al intentar poner algunas palabras en boca de Ds): El justo al que siempre le va bien es hijo de un justo, mientras que el justo al que le va mal es hijo de un malvado. En consecuencia, el justo sufriente carga con los errores de sus antepasados.

En la segunda respuesta, Ds sostiene que sólo en caso de justos absolutos y malvados absolutos sabemos con certeza que a los primeros les irá siempre bien y a los segundos siempre mal. Todo el resto, nos encontramos entre justos que a veces se equivocan y malvados que a veces hacen las cosas bien.

El Talmud viene a recordarnos que vivimos en un mundo lleno de variables que no podemos controlar. Vivimos rodeados de caos, presas por momentos del incontrolable azar. Hacer el bien no nos garantiza que a veces las cosas nos salgan al revés de como queremos. Sin embargo, lo que sí nos asegura es que al obrar correctamente reducimos un poco el riesgo, aunque nunca de manera absoluta. Por el contrario, si hacemos las cosas mal, si vivimos haciendo daño a nuestros semejantes y no nos importa nada más allá de nuestros propios intereses, lo que terminaremos por generar es un contexto propicio para que tarde o temprano suframos por nuestros errores y malas decisiones.

Justos absolutos y malvados absolutos son personajes de literatura de poca monta. En el mundo real, todo es más complejo que eso. En ese sentido, aun cuando no podemos evitar que algunas cosas nos salgan mal, no debemos dejar de seguir intentando ser la mejor versión de nosotros mismos.

jueves, agosto 23

¿Ds tiene cuerpo?

Brajot 6a - 6b

Los judíos no tenemos vestimentas especiales. Cada quien puede vestirse como quiera, incluyendo a quienes han decidido continuar vistiéndose como lo hacían algunos de nuestros antepasados en la Europa del siglo XVIII (!).
Si se quiere, las particularidades en relación a la vestimenta judía se dan en el ámbito de la plegaria: Cuando rezamos nos revestimos con un manto llamado Talit y también usamos filacterias, que en hebreo se llaman Tefilin


Los Tefilin consisten en cajas de cuero que se colocan en el brazo y en medio de la cabeza. Dentro de las cajas encontramos cuatro párrafos bíblicos que hacen mención de este precepto, y que además dan cuenta de la unicidad de Ds. Generalmente son los hombres los que usan Tefilin, aunque desde el siglo pasado muchas mujeres han comenzado a cumplir con este precepto.


Que hombres y mujeres usen Tefilin es una cosa, pero he aquí que abrimos el Talmud una buena mañana de jueves, y leemos que los sabios nos hacen saber, como quien no quiere la cosa, que Ds también usa Tefilin. Un Ds que no se ve, que no tiene cuerpo y cuyo nombre ni siquiera puede ser pronunciado anda por ahí poniéndose sus filacterias.

¿¿¿Alguien me explica???

Opción número 1: Para los sabios talmúdicos no era necesariamente cierto que Ds es incorpóreo. Textos de aquel entonces dan cuenta de que, al menos para algunos rabinos, Ds tenía cuerpo, y de esa manera entendían el versículo bíblico que nos dice que los seres humanos fuimos creados a "imagen y semejanza." Y si Ds tiene cuerpo, ¿por qué no va a usar Tefilin como nosotros?


Opción número 2: Si la explicación anterior se les quedó atragantada, no se preocupen. Incluso si no vamos por ese camino, hay forma de entender metafóricamente la idea de que Ds usa Tefilin. Y para ello basta saber cuál es el versículo que se encuentra en las cajitas de las filacterias divinas. En los Tefilin de Ds, está escrito: "¿Qué pueblo hay en la tierra como tu, pueblo de Israel?" (I Cr. 17:21).
Lo que el Talmud viene a graficar con la idea de las filacterias de Ds es la centralidad del pacto que une al pueblo judío con lo trascendente. Así como cuando nosotros aquí en la tierra nos colocamos los Tefilin y recordamos la unicidad de Ds, allí en las alturas Ds se pone sus filacterias dando cuenta de su amor especial por los hijos de Israel.

Es cierto, puede que sea una idea demasiado particularista, e incluso pueda ofender el protocolo del siglo XXI. Pero recordemos que estos textos fueron escritos hace más de 1500 años, cuando ser judío no era fácil y donde los sabios debían encontrar la manera de inculcar, aun en momentos de mucha dificultad el amor por Ds y la importancia de seguir sosteniendo el judaísmo con alegría y con la convicción de que en algún momento llegarían tiempos mejores.

miércoles, agosto 22

Calvino, Yoda y el Talmud

Brajot 5a - 5b

En 1952 Italo Calvino publicó su novela fantástica "El vizconde demediado." En ella, el vizconde Medardo de Terralba sale a luchar con los turcos con la triste fortuna de que, pasando delante de un cañón, queda literalmente partido al medio.
Los médicos lograrán que la mitad del pobre hombre sobreviva, pero al retornar a su hogar, Medardo ya no es el que solía ser. Ahora es una persona cruel, malvada y dañina. La gente le teme. Todos se escapan de la maldad encarnada en ese medio hombre.
Tiempo después aparecera en la novela la otra mitad del vizconde que, como pueden imaginarse, será pura bondad y misericordia. Este ser piadoso incluso intercederá para que los ciudadanos no maten a su otra mitad. Y mientras que en un principio la gente lo ama, no pasará mucho rato hasta que tanta bondad inmaculada termine por hastiarlos a todos.
El mensaje es claro: somos fruto de la mezcla de nuestras fuerzas básicas, tanto las buenas como las malas. Eliminar una de ellas es cercenar nuestro ser irremediablemente.


La visión talmúdica se asemeja a lo expresado por Calvino mucho tiempo después. En el hombre anidan dos instintos básicos, llamados Ietzer haTov (la inclinación hacia el bien) y Ietzer haRa (la inclinación hacia el mal). Ambas son necesarias para la existencia, la trascendencia y la continuidad. Lo que el judaísmo va a plantear no es la supresión del Ietzer haRa sino su canalización positiva. Esas energías pueden hacer que perdamos la cabeza, pero también pueden ser sublimadas para bien. Negar la existencia de esos instintos básicos no sólo sería necio, sino que llevaría a peores situaciones, ya que como bien dice el dicho: "lo que no entra por la puerta se cuela por la ventana."

Es en este contexto que debemos entender la frase talmúdica que aparece en la hoja del día: "Dijo Rabi Levi bar Jama en nombre de Rabi Shimon ben Lakish: Debe el hombre luchar para que su Ietzer haTov esté por sobre su Ietzer haRa."
Como vemos, el ideal no es deshacernos del Ietzer haRa. Eso a nada conduciría. El ideal es hacernos eco de nuestros deseos, anhelos y aspiraciones, ponerlos en contexto y trabajar dichas energías para que siempre nos lleven hacia el lado más luminoso de la fuerza.


martes, agosto 21

Hay cosas que la lengua necesita aprender

Brajot 4a - 4b

Uno de los hitos fundacionales del pueblo judío se ancla en el éxodo de Egipto. Esta liberación es considerada como la "primera redención," la cual sólo será igualada cuando lleguen los tiempos mesiánicos.


La salida de Egipto fue por la noche. Y fue antecedida por la última de las plagas. ¿Cuándo fue que esta plaga azotó a los egipcios? El texto dice: "Hacia medianoche atravesaré el país de Egipto y morirá todo primogénito" (Ex. 11:4-5).

El Talmud se pregunta: ¿qué significa "hacia medianoche"? ¿Acaso Ds no sabe calcular la hora? ¿Acaso Moisés no sabe calcular la hora?

En la página que leímos ayer (3b) los sabios determinan que en los cielos no hay dudas. En la página de hoy (4a), lo que nos explican es por qué Moisés no fue determinante al decirle al Faraón cuando la plaga caería sobre los egipcios. Moisés, nos cuenta el Talmud, temió que al decir una hora exacta los consejeros del Faraón calcularan mal y terminaran por creer que el líder de los hebreos era un mentiroso. En consecuencia, en lugar de decir "medianoche" dijo "hacia medianoche."

Con este pequeño relato, el Talmud hace hincapié no sólo en la humildad de Moisés sino también en la necesidad de ser pragmáticos. A veces, tener la razón y manifestarla no necesariamente redunda en nuestro beneficio.
De aquí que la reflexión final que cierra esta sugia talmúdica sean las palabras de aquel maestro que dijo: "Enséñale a tu lengua a decir "no se" a fin de que no seas atrapado diciendo mentiras."


lunes, agosto 20

Ds, un león que ruge triste

Brajot 3a - 3b

Para los sabios del Talmud, el día también tenía 24 horas, aunque no todas las horas duraban lo mismo.
En primer lugar, el tiempo se dividía entre las 12 horas del día y las 12 horas de la noche. De aquí que lo que durara cada una de esas horas tenía que ver con la época del año en la que nos encontráramos. En verano las 12 horas del día eran más largas, mientras que en invierno ocurría lo contrario.
En consecuencia, si los sabios decidían definir parámetros temporales para la lectura del Shema en función a las horas del día, es importante entender que esos parámetros serán siempre relativos a la duración de las horas de luz de cada temporada.



Bajo el contexto de las horas de la noche hay que entender las reflexiones talmúdicas de la página que hoy nos convoca.
Habíamos leído ayer que de acuerdo a uno de los sabios - Rabi Eliezer su nombre - el Shema puede leerse hasta el final de la primera guardia. Pero lo que no se nos dice es cuántas guardias había por noche, razón por la cual los sabios intentan determinar si eran tres o cuatro. Si son tres, el Shema puede leerse hasta la cuarta hora de la noche; si son cuatro, hasta la tercera.

Sin embargo, en el discurrir de estos tecnisismos legales, los sabios talmúdicos aprovechan para introducir aspectos reflexivos que poco tienen que ver con decidir cuál es la ley. Es entonces que leeremos reflexiones sobre las noches del rey David, y también hará su aparición el profeta Elías, quien en el Talmud es un personaje celestial que cada tanto se revela en la tierra (recuerden que de acuerdo al texto bíblico Elías nunca muere ya que asciende al cielo en una carroza de fuego; pueden encontrar el relato aquí).



Entre las distintas perlas que propone el Talmud en esta página, la que quiero compartir con ustedes nos regresa a la noche en general, y a la noche de Ds en particular. Para los sabios, durante las noches Ds "ruge como un león," y en cada una de las guardias (que finalmente son tres y que al parecer tienen su correlato en los cielos) se pueden escuchar los ecos de un Ds afligido que dice: "Pobre de mis hijos, quienes por sus transgresiones me hicieron destruir Mi casa, quemar Mi santuario y exiliarlos entre las naciones del mundo."
Pensar en un Ds entristecido quien cada noche lamenta el difícil momento por el que pasa Su pueblo - Sus hijos - nos da la pauta de que estamos muy lejos de la descripción filosófica de la divinidad que podemos encontrar en la filosofía griega. En el Talmud, Ds es pensado desde otro lugar, como un ser lleno de sentimientos, lleno de Pathos. Ds no será el motor inmóvil, sino el más movilizado de todos los motores.

La tristeza de Ds en este pasaje del Talmud se explica por la destrucción que cayó sobre Jerusalem en el año 70 de la era común, a manos del Imperio Romano comandado por Tito. Desde ese momento, y más aun luego del año 135 cuando los judíos volvieron a revelarse con pésimos resultados, se fue perdiendo la autonomía política en el país, y comenzó una migración hacia otros centros, entre los cuales el de Babilonia fue el más importante de aquellos tiempos. No por casualidad, el Talmud que ahora estamos estudiando fue editado allí, fijándose su cierre en el siglo V, con revisiones y ediciones posteriores.

A la tradición judía no le incomoda pensar en un Ds con emociones, quien es afectado por lo que ocurre en la tierra. De aquí que la idea de pacto sea central en el judaísmo. Cada parte del pacto pone de lo suyo, aporta su propia particularidad y es responde a las actitudes de la otra parte. Pensar un Ds con estas características es también abrir la puerta al compromiso que cada uno de nosotros tiene de nutrir la relación que nos une con lo trascendente. Somos responsables del resultado, el cual depende de nuestra propia vocación de reparar el mundo y hacer de él un lugar cada día mejor.

Al fin y al cabo, aun cuando ruge por las noches, Ds sabe tan bien como nosotros que tarde o temprano termina por salir la luz.


domingo, agosto 19

La ley y los hombres

Brajot 2a - 2b

El Talmud es una obra monumental, tanto en tamaño como en concepción. Abarca una enorme cantidad de temas, los cuales se transformaron con el tiempo en la base de la legislación hebrea. En el Talmud se pueden encontrar los lineamientos concernientes al derecho penal y al derecho familiar. También aparecen las leyes concernientes al comercio y los castigos que deben sufrir los delincuentes. De igual manera se detallan los rituales de las festividades judías y también las normas relativas al trabajo de la tierra.

Sin embargo, el primer tratado del Talmud - llamado Brajot - habla de plegarias y bendiciones. ¿Por qué el Talmud empieza con un tratado de esta naturaleza? Porque ante todo, el Talmud nos invita a reconocer en cada uno de nosotros el potencial que tenemos de maravillarnos y agradecer por aquello que tenemos, por los milagros de la vida cotidiana. Ubicarnos en la sintonía de quien trabaja el músculo de su espíritu diariamente es la fórmula talmúdica para introducirnos en un mundo en donde la ley sirve a esos propósitos. La ley, en la tradición judía, no puede disociarse de este sentimiento de asombro radical que debería inundarnos cada vez que contemplamos la creación.

En ese espíritu, la primera página del Talmud comienza con algunas leyes concernientes a la lectura del Shema Israel. De acuerdo a la ley judía, estos párrafos de la Tora (Pentateuco) deben ser leídos - siguiendo el dictamen bíblico - "al acostarte y al levantarte" (Dt. 6:7).


El punto de mayor interés en esta primera página de todo el Talmud radica en que los sabios no se vieron en la necesidad de explicitar que el Shema debe ser leído todos los días, sino que directamente intentan definir los parámetros temporales en los que dicha lectura se debía realizar. Al parecer, la pregunta no era si debíamos leer el Shema o no (eso resultaba obvio, al menos en aquel entonces) sino que las discusiones rabínicas giran sobre cuándo debíamos hacerlo, comenzando por el Shema que se recita por la noche.

Presten atención a las diversas categorías mencionadas en la página y a la pluralidad de voces manifestando su opinión:
1) Desde la hora en que los sacerdotes ingresan a comer su ofrenda hasta el final de la primera guardia.
2) Hasta media noche.
3) Hasta que amanezca.
4) Desde que el pobre ingresa a comer su pan con sal hasta que está por terminar su cena.
5) Desde la hora en que los hombres ingresan a comer su pan al comenzar Shabat.
6) Desde la hora en que se consagra el día al comenzar Shabat.
7) Desde la hora en que los sacerdotes se sumergen en el baño ritual para comer de su ofrenda.
8) Desde la hora en que la mayoría de los hombres cenan.

Las diferencias de opinión no hacen más que manifestar el estado líquido de la ley en estos tiempos. Los sabios se encuentran discutiendo los parámetros temporales, y el Talmud se preocupa por reflejar que el consenso se construye a través del intercambio y la reflexión conjunta. Más aun, lo que iremos viendo es que los sabios que aparecen en determinada página del Talmud ni siquiera tuvieron que haber vivido en el mismo tiempo: es el texto, y los lectores y editores posteriores los que posibilitan un diálogo que trasciende generaciones.
Pero además, lo genial de las ocho posturas reflejadas es que los parámetros elegidos por los sabios son medidas subjetivas producto del encuentro interpersonal. El texto no dice que el Shema puede leerse desde las 7 de la tarde, sino que incluye categorías que dan cuenta de la centralidad de las relaciones. Y aun cuando el Talmud termine diciendo que el Shema puede leerse desde la salida de las estrellas, las categorías sobre las que se articula en esta primera página mencionan a los sacerdotes, a los pobres y a la mayoría de los hombres. La ley, nos enseñan los sabios, no puede separarse de la vida cotidiana de las personas, de forma tal que hay que tenerlas en cuenta para poder definir el marco de lo que se puede y de lo que no. (No por casualidad se relata en la primera Mishna lo que le ocurrió a los hijos de Raban Gamliel al regresar después de medianoche de una celebración.)

Abriendo camino

Siete años y medio.
Ese es más o menos el tiempo que lleva leer el Talmud en su totalidad. Una página a la vez a lo largo de unos 2800 días.


En tiempos de tanta inmediatez, les confieso que pensar en un proyecto de esta envergadura me resulta complicado, casi utópico. Se requiere de mucha disciplina, y de la voluntad de encontrar los tiempos para leer un texto que no siempre se entiende en la primera vuelta. Y no estoy seguro de contar con nada de eso. Pero prometo intentarlo.

Y no solamente se tratará de leer una página de Talmud por día, sino también de registrar algunas ideas centrales de cada folio en este espacio que espero se transforme con el tiempo en posibilidad de diálogos, intercambios y construcción conjunta del conocimiento.

Bueno, basta de rumiar introducciones.
Es hora de ponernos manos a la obra. ¿Me acompañan?