domingo, agosto 19

La ley y los hombres

Brajot 2a - 2b

El Talmud es una obra monumental, tanto en tamaño como en concepción. Abarca una enorme cantidad de temas, los cuales se transformaron con el tiempo en la base de la legislación hebrea. En el Talmud se pueden encontrar los lineamientos concernientes al derecho penal y al derecho familiar. También aparecen las leyes concernientes al comercio y los castigos que deben sufrir los delincuentes. De igual manera se detallan los rituales de las festividades judías y también las normas relativas al trabajo de la tierra.

Sin embargo, el primer tratado del Talmud - llamado Brajot - habla de plegarias y bendiciones. ¿Por qué el Talmud empieza con un tratado de esta naturaleza? Porque ante todo, el Talmud nos invita a reconocer en cada uno de nosotros el potencial que tenemos de maravillarnos y agradecer por aquello que tenemos, por los milagros de la vida cotidiana. Ubicarnos en la sintonía de quien trabaja el músculo de su espíritu diariamente es la fórmula talmúdica para introducirnos en un mundo en donde la ley sirve a esos propósitos. La ley, en la tradición judía, no puede disociarse de este sentimiento de asombro radical que debería inundarnos cada vez que contemplamos la creación.

En ese espíritu, la primera página del Talmud comienza con algunas leyes concernientes a la lectura del Shema Israel. De acuerdo a la ley judía, estos párrafos de la Tora (Pentateuco) deben ser leídos - siguiendo el dictamen bíblico - "al acostarte y al levantarte" (Dt. 6:7).


El punto de mayor interés en esta primera página de todo el Talmud radica en que los sabios no se vieron en la necesidad de explicitar que el Shema debe ser leído todos los días, sino que directamente intentan definir los parámetros temporales en los que dicha lectura se debía realizar. Al parecer, la pregunta no era si debíamos leer el Shema o no (eso resultaba obvio, al menos en aquel entonces) sino que las discusiones rabínicas giran sobre cuándo debíamos hacerlo, comenzando por el Shema que se recita por la noche.

Presten atención a las diversas categorías mencionadas en la página y a la pluralidad de voces manifestando su opinión:
1) Desde la hora en que los sacerdotes ingresan a comer su ofrenda hasta el final de la primera guardia.
2) Hasta media noche.
3) Hasta que amanezca.
4) Desde que el pobre ingresa a comer su pan con sal hasta que está por terminar su cena.
5) Desde la hora en que los hombres ingresan a comer su pan al comenzar Shabat.
6) Desde la hora en que se consagra el día al comenzar Shabat.
7) Desde la hora en que los sacerdotes se sumergen en el baño ritual para comer de su ofrenda.
8) Desde la hora en que la mayoría de los hombres cenan.

Las diferencias de opinión no hacen más que manifestar el estado líquido de la ley en estos tiempos. Los sabios se encuentran discutiendo los parámetros temporales, y el Talmud se preocupa por reflejar que el consenso se construye a través del intercambio y la reflexión conjunta. Más aun, lo que iremos viendo es que los sabios que aparecen en determinada página del Talmud ni siquiera tuvieron que haber vivido en el mismo tiempo: es el texto, y los lectores y editores posteriores los que posibilitan un diálogo que trasciende generaciones.
Pero además, lo genial de las ocho posturas reflejadas es que los parámetros elegidos por los sabios son medidas subjetivas producto del encuentro interpersonal. El texto no dice que el Shema puede leerse desde las 7 de la tarde, sino que incluye categorías que dan cuenta de la centralidad de las relaciones. Y aun cuando el Talmud termine diciendo que el Shema puede leerse desde la salida de las estrellas, las categorías sobre las que se articula en esta primera página mencionan a los sacerdotes, a los pobres y a la mayoría de los hombres. La ley, nos enseñan los sabios, no puede separarse de la vida cotidiana de las personas, de forma tal que hay que tenerlas en cuenta para poder definir el marco de lo que se puede y de lo que no. (No por casualidad se relata en la primera Mishna lo que le ocurrió a los hijos de Raban Gamliel al regresar después de medianoche de una celebración.)

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