martes, enero 22

Invitados

Shabat 126b - 127b

Aun cuando en el judaísmo no existe un "ranking de mitzvot," una lista de prioridades a la hora de cumplir con los preceptos, de tanto en tanto podemos encontrarnos con textos que dan cuenta de que los sabios apreciaban especialmente algunas prácticas específicas de nuestra tradición.

Quizá, su insistencia en algunos de estos mandamientos tuviera que ver con el hecho de que el pueblo no era muy adepto a ellos, o tal vez entendían que de alguna manera estos preceptos en particular podían abrir la puerta de la sensibilidad personal hacia la expansión de la propia conciencia, y consecuentemente de un cumplimiento más profundo y espiritual del sistema en su conjunto. De una u otra forma, cuando los sabios empiezan a reflexionar sobre estas mitzvot en particular llegan a decir cosas sumamente bellas, como las que en esta oportunidad comparto sobre el precepto de "ajnasat orjim," de abrir nuestras casas para recibir invitados.

En primera instancia, Rabi Iojanan nos dice: "Es más importante ajnasat orjim que levantarse temprano para ir a estudiar."

En la comparación entre preceptos, hoy seguramente nos parecería obvio que es más importante recibir y atender a invitados que ponernos a estudiar. Pero recuerden que el Talmud fue escrito por gente cuya pasión principal era la del estudio. Si ellos mismos nos recuerdan que hay cosas más importantes que ir a estudiar, no hay que tomar estas palabras a la ligera.

Igualmente, se trata solamente de una primera (y tibia) aproximación, ya que dos líneas más tarde, en nombre de Rav se nos dice: "Es más importante ajnasat orjim que ir a recibir la Presencia Divina."

En esta segunda instancia, ya no hablamos de estudio sino que involucramos a Ds. Atender a quienes llegan a nuestra puerta es mucho más importante para Rav que recibir al mismísimo Ds. De alguna manera, y parafraseando al filósofo Emmanuel Levinas, lo que el Talmud nos estaría queriendo decir es que si no tenemos la sensibilidad de abrazar al otro (con minúscula) difícilmente podamos desarrollar la capacidad de conectarnos con el Otro (con mayúscula). Todo acceso a quien es - en palabras de Rudolph Otto - "lo totalmente distinto" debe ser mediatizado por la apertura de nuestras casas y corazones hacia nuestros semejantes. Sólo entonces es que podemos salir al encuentro de lo Trascendente.

Por último, nos encontramos nuevamente con Rabi Iojanan que cierra estas reflexiones sumando nuevos preceptos que vale la pena recuperar y cumplir:

"De seis cosas (mitzvot) el hombre come sus frutos en este mundo y es recompensado de igual manera en el mundo por venir. Y estas son:
- Ajnasat Orjim
- Visitar a los enfermos
- Rezar con conocimiento
- Ir a estudiar
- Criar a los hijos para que estudien Tora
- Juzgar al prójimo favorablemente."

Podemos dividir estos seis mandamientos de la siguiente manera:

Hay dos que manifiestan nuestra relación con Ds: Al rezar le hablamos a Ds; al estudiar Tora escuchamos de alguna manera Su voz, o bien la forma en la que nuestra tradición decidió decodificarla.

Otros tres nos plantean la centralidad de la relación con el prójimo, haciendo hincapié en la vulnerabilidad del otro: visitamos a los enfermos, cobijamos a quienes llegan a nuestras puertas y juzgamos a nuestros semejantes con misericordia y siempre a partir de la presunción de inocencia.

Por último, criar a los hijos para una vida de Tora es, de alguna manera, la síntesis de todo lo anterior: Somos llamados a nutrir a nuestros hijos con valores y prácticas que los hagan crecer para que sepan conectarse tanto con Ds como con sus compañeros. Es en esa unidad entre el Otro y los otros, entre la praxis y el estudio, entre lo moral y lo ritual que ya no solamente estudiamos Tora sino que nos volvemos Tora.

Así que ya saben: Si los 613 preceptos del judaísmo les parecen por ahora demasiada carga, quedan invitados a empezar con estos seis... luego me cuentan a ver cómo les fue, ¿no? :)

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