martes, enero 15

Dosificar el malestar

Shabat 115a - 116a

En su libro The Upside of Irrationality, el economista Dan Ariely escribe un capítulo dedicado a nuestra capacidad de adaptación frente a situaciones difíciles. Allí, por ejemplo, nos relata qué es lo que nos pasa cuando estamos en una habitación en la que nos empiezan a aturdir con un ruido muy molesto: ¿preferimos tomarnos un respiro y dosificar la dosis de decibeles o es mejor aguantarnos la incomodidad auditiva en un sólo pago?

La respuesta de Ariely es clara: "Tú puedes creer que tomar un recreo durante una experiencia molesta o aburrida puede ser bueno para ti, pero en realidad dicho recreo disminuye tu capacidad de adaptación, haciendo que la experiencia parezca peor al momento de volver a ella. Al limpiar tu habitación o preparar tus impuestos, el truco es aferrarte a eso hasta que termines" (p. 179).


El Talmud, en contraposición, plantea lo que parecería la visión intuitiva en términos de la dosificación del malestar. Y, para hacerlo, se basa en una "anomalía gráfica" que presenta la escritura tradicional del texto de la Tora. Si abren el Pentateuco en el décimo capítulo del libro de Números, se encontrarán con los siguientes dos versículos:


Lo raro de estos dos versículos, como pueden ver en la imagen, es que están precedidos y continuados por dos corchetes. Tratándose de un texto que no usa signos de puntuación de ningún tipo, el hecho de contar con estos grafos encendió la imaginación de nuestros sabios.

Por un lado, el Talmud nos dice que todo libro que tenga al menos 85 letras (cuenten las letras entre los dos corchetes) debe ser salvado durante Shabat si se sucediera un incendio. De aquí que los corchetes nos enseñan que esos dos versículos comprenden un libro entero, razón por la cual no tenemos un Pentateuco sino un "Heptateuco."

Por el otro, los sabios nos cuentan que los corchetes vienen a indicarnos que estos versículos están mal ubicados y que su tema principal - los movimientos del campamento de Israel en tiempos de su errar por el desierto - no tiene absolutamente nada que ver con aquello que se discute en esta parte del libro. Entonces... ¿por qué la Tora pone este pasaje aquí y no en donde corresponde? Responde el Talmud: "Para separar entre la primera desgracia de la segunda desgracia."


De acuerdo a la lógica talmúdica, estos dos versículos vienen a frenar una seguidilla de episodios nefastos por los que pasó el pueblo de Israel. Por tanto, y a fin de no abrumar al lector del texto con tantas pálidas, el redactor del Pentateuco incorporó estos 85 caracteres con la intención de hacer una pequeña pausa, dosificando de esta forma el malestar que podría causar leer sobre una calamidad tras otra.

Aprender a lidiar con las situaciones que nos incomodan no es una tarea fácil. Tal vez en lo que refiere al sonido de una aspiradora Dan Ariely tenga razón. Pero ¿qué pasa cuando hay que dar malas noticias? ¿qué debemos hacer cuando tenemos que volvernos capitales de barcos en tiempos de tormentas? Mientras que no sé con certeza cuál es la respuesta correcta, al menos comparto con ustedes dos acercamientos diferentes, abriendo el espacio para dialogar juntos al respecto.

¿Qué opinan?

1 comentario:

  1. hola Joshu! acabo de leer el post, y coincido con vos. En primer lugar, hay que distinguir entre distinto tipo de actividades, obviamente. Pasar la aspiradora u ordenar un placard son tareas tediosas y mecánicas que en general es mejor empezar y terminar de un saque. Completamente distinto a aquellas situaciones que, yo diría, exigen algún tipo de acomodación / aprendizaje / ajuste en el interín. Y me parece muy sabio por parte de nuestras fuentes la idea de introducir un "recreo" en medio de dos calamidades. Es permitirle al aparato anímico tomar un respiro, ponerse a la altura de las circunstancias, llorar (si es necesario) y seguir. Una de las definiciónes freudianas de "trauma", a diferencia de cualquier otra desgracia para la que uno puede estar preparado, es la "ausencia de apronte ansioso". El apronte ansioso es lo que nos permite prepararnos para una desgracia a suceder, por ejemplo, cuando uno tiene una persona muy querida enferma de una dolencia terminal.
    Pero pensaba en un caso que no es una calamidad, parece mecánico, y sin embargo también viene bien hacer por partes (y lo digo por experiencia actual): ordenar fotos! En mi casa tenemos álbums de fotos (en papel)de años y años de graduaciones, cumpleaños, vacaciones, finalizaciones de jardín, etc., previos a la era de las cámaras digitales. Esas fotos a su vez se han ido desordenando de sus "lugares naturales" a lo largo de los años porque las fuimos escaneando para otros tantos videos y álbums para homenajear en un Bat/Bat, cunples de 40, de 50, etcetcetc. y de golpe uno dice: hay que ordenar las fotos (porque ya es un lío imposible!)y están todas mezcladas.
    y resulta que ordenar fotos no es sólo acomodar fechas y lugares. Es encontrarse con miradas, sonrisas, arrugas, colores de pelo diferentes. Hay fotos que nos retiene, que nos transportan, y que nos permiten recuperar proustianamente tiempos perdidos, y nos traen consigo fragmentos completos de historia. Esa actividad también recomiendo hacerla, como un viaje, en escalas y con corchetes en el medio. Para darle lugar a la emoción, y también, dejar que la emoción se acomode en el cuerpo!

    ResponderEliminar