jueves, octubre 18

¿Específicos o generales?

Shabat 2a - 3b

El segundo tratado de todo el Talmud habla sobre el día más importante de la semana judía: el Shabat. Durante seis días ejercemos nuestro dominio sobre el mundo e invertimos nuestro tiempo y recursos en la construcción y creación de la realidad que nos rodea. Al llegar el séptimo día, somos invitados a frenar un poco para dedicarnos a consagrar el tiempo y a tomar perspectiva de lo que ocurre con nuestras vidas.


Este tratado, sin embargo, no comienza con profundos pensamientos sobre el valor del Shabat para la humanidad. Por el contrario, el texto nos apabulla con tecnicismos legales que, al menos a priori, parecerían no contribuir demasiado a elevarnos espiritualmente. Por un lado, el Talmud viene a recordarnos que el judaísmo es una tradición normativa con una cantidad de leyes por cumplir. Pero por el otro, creo que lo que el texto viene a reafirmar es que los altos valores no se sostienen sino en acciones concretas y específicas.

En el contexto de estas discusiones técnicas, el Talmud nos cuenta que Rav le planteó un dilema a Rabi Iehuda haNasi. Pero este dilema no estaba relacionado directamente con los detalles que venían estudiando hasta ese momento, razón por la cual Rabi Jia, tío de Rav, le dijo a su sobrino: "¿Acaso no te enseñé que cuando Rabi [Iehuda haNasi] está compenetrado en un tema no le preguntes sobre otra cuestión, ya que tal vez no sepa responderte?"

Rabi Jia regaña a Rav porque en su pregunta podría haber puesto a Rabi Iehuda haNasi en una situación delicada: Tan concentrado estaba Rabi en sus estudios, en los detalles a resolver y en los tecnicismos a definir, que un cuestionamiento sobre otra área del conocimiento podría sacarlo de onda y generar que o bien no sepa responder o bien responda cualquier cosa.


A mi personalmente me gustan las personas que tienen una cultura general lo suficientemente amplia como para poder platicar de una varidad de temas. En ese sentido, la posición de Rabi Jia me hace un poco de ruido: Dejen que Rabi Iehuda haNasi se dedique específicamente a esta área de la ley y no le pregunten de otra cosa porque tal vez no sepa lo que contestar.

Sin embargo, puedo entender perfectamente las razones de la especificidad, y más aun en nuestros días: El conocimiento se vuelve cada vez más delimitado y profundo, razón por la cual los grandes académicos ya no se dedican a generalidades sino que se concentran en puntos cada vez más pequeños y definidos. Piensen en términos médicos: cuando tenemos una dolencia en las articulaciones no pedimos la opinión de un neumólogo, y viceversa. Aun cuando pueda gustarnos el conocimiento general de algunas personas, no dejamos de pretender que los especialistas sean justamente eso: personas capacitadas para responder sobre aquellos detalles puntuales sobre los que queremos una opinión.


El único peligro de ser demasiado específicos es olvidarnos de la relación que tiene el área de nuestro interés particular con el todo. Si el cardiólogo sólo ve corazones y se olvida del funcionamiento general del cuerpo humano, tampoco sería de gran ayuda. Y por tanto, el verdadero desafío es poder aspirar a un equilibrio: entre los conocimientos particulares y su relación con la imagen completa.

Ser específicos y profundos sin renunciar a saber lo más que se pueda sobre cultura general. ¿Se animan?

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