viernes, octubre 12

Todos somos necesarios

Brajot 58a - 58b

Cuando uno va al estadio a ver futbol (obviamente, al glorioso River Plate) la tradición judía nos enseña que tenemos que decir la siguiente bendición:

"Bendito eres Tú, Ds nuestro, rey del universo, que conoces los secretos."


En realidad, esa bendición no solamente se debe decir al ir al estadio, sino en cada oportunidad en la que vemos una multitud de gente. (Y si quieren ser detallistas, el Talmud define que la bendición es obligatoria cuando la multitud de gente que vemos es judía.)

El punto de la bendición en cuestión es afirmar que, mientras nosotros vemos un mar de gente, Ds tiene la capacidad de reconocer individualidades. El punto es que incluso cuando nosotros creemos que todos los que participan de la masa son iguales, para Ds cada uno de ellos - cada uno de nosotros - es distinto.

Sin embargo, el Talmud nos cuenta que para Ben Zoma esta bendición no era suficiente, razón por la cual agregaba las siguientes palabras: "Bendito el que creó todos estos para servirme."

A priori parecería que el fraseo de Ben Zoma raya lo políticamente incorrecto y lo absolutamente pedante. ¿Qué quería decir este sabio cuando bendecía a Ds por toda esa gente que aparentemente fue creada para servirlo?

El mismo Ben Zoma se encarga de responde:

"Cuantas molestias tuvo que pasar el primer hombre hasta que tuvo un pan para comer: Aró, sembró, cosechó, trilló, aventó al viento, separó el grano de la paja, molió el grano hasta transformarlo en harina, lo tamizó, lo amasó, lo horneó y sólo después lo comió. Mientras que yo me levanto y encuentro que todo eso ya ha sido preparado para mí.

De igual manera, cuantas molestias tuvo que pasar el primer hombre hasta que encontró una prenda para vestirse: Esquiló, lavó, peinó, hiló y tejió, y sólo después tuvo una prenda para usar. Mientras que yo me levanto y encuentro que todo eso ya ha sido preparado para mí."

Contrariamente a lo que podríamos haber pensado en un principio, en la bendición de Ben Zoma no hay pedantería sino gratitud: Ben Zoma reconoce la dependencia mutua que tenemos como seres humanos y lo hace elevando su voz en agradecimiento.

Dar cuenta de que solos no podemos y de que sólo en sociedad podemos alcanzar nuestro mayor potencial es una de esas certezas que solemos olvidar con relativa facilidad. Nos disponemos a comer y no pensamos en todos los pasos necesarios que tuvieron que tomarse para que esa comida llegara a nuestros platos. Nos vestimos mientras nos olvidamos de los procesos de producción que hacen posible que podamos usar esa ropa. Subimos al auto y parecería que las partes del carro fueron ensambladas mágicamente y sin la ayuda de nadie con la sola función de servirnos. Frente a esta amnesia selectiva, la bendición de Ben Zoma nos recuerda que todos somos parte de una misma unidad, y que todos somos necesarios para el buen funcionamiento de la sociedad.


En este sentido, quiero aprovechar para compartir con ustedes un poema escrito algunos siglos atrás por el poeta inglés John Donne (1572 - 1631), quien a su manera también nos sigue recordando lo mismo que el Talmud:

Ningún hombre es una isla
John Donne
Ningún hombre es una isla
entera por sí misma.
Cada uno es una pieza del continente,
una parte del todo.
Si un terrón le es arrebatado por el mar,
Europa queda disminuida.
Así como si fuera un promontorio.
Así como si fuera de ti mismo.
O como si fuera uno de tus amigos.
La muerte de cualquier hombre me empequeñece,
porque soy parte de la humanidad.
Por lo tanto, no te preguntes
por quién doblan las campanas,
doblan por ti.

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