lunes, octubre 22

Productividad

Shabat 4a - 10b

Una discusión bastante difundida en el ámbito laboral tiene que ver con el uso de internet durante las horas de oficina. ¿Cuál es el límite? ¿Debe haber un límite? ¿Se puede chequear emails personales? ¿Se puede usar Facebook y/o Twitter? ¿Se debe restringir el acceso a periódicos, readers, o todo aquello que pueda ser un foco de distracción? Aun cuando cada vez queda más claro que nuestro rendimiento se reduce cuando intentamos hacer malabarismos con múltiples ocupaciones, también es cierto que invertir en restricciones puede generar empleados que no disfruten de sus trabajos y terminen por generar más daños que beneficios.


Tal vez, una de las formas de analizar esta disyuntiva tenga que ver con otra discusión clásica relativa al trabajo: ¿Debemos trabajar por tiempo o por objetivos? ¿El éxito debe medirse por metas alcanzadas o por cantidad de horas sentados en nuestra oficina?

Yo no sé lo que piensa cada uno de ustedes al respecto (me encantaría que se pudiera generar una linda conversación sobre estos temas), pero quiero aprovechar el espacio para contarles lo que el Talmud tiene para enseñarnos, aplicado en este caso al ámbito del ejercicio de la justicia:

"Rav Jisda y Raba bar Rav Huna se sentaban a juzgar todo el día, y sus corazones se debilitaban [por el hambre].
[Al ver esta situación] Rav Jia bar Rav de Difti les enseñó: "[Aconteció que al día siguiente se sentó Moshe a juzgar al pueblo] y el pueblo estuvo delante de Moshe desde la mañana hasta la noche" (Ex. 18:13). ¿Acaso se te ocurre que Moshe se sentaba y juzgaba todo el día? [Si así fuera,] ¿cúando hubiese podido estudiar Tora? Mejor [entiende que] el versículo nos enseña: Todo aquel juez que juzga con verdad incluso durante una sola hora, las Escrituras lo consideran como si fuera socio del Santo bendito sea en la creación del mundo."

Rav Jisda y Raba bar Rav Huna representan en esta historia a aquellos adictos al trabajo que son incapaces de poner un freno a lo que hacen. No sólo marcan tarjeta, sino que deliberan y juzgan los casos que se presentan en el tribunal. La consecuencia de esta decisión, sin embargo, les genera un malestar físico producto de desatender las necesidades básicas de alimentarse y descansar.


Para intentar cambiar el paradigma, Rav Jia apela al texto bíblico, moldeándolo de tal manera que su mensaje termina diciendo algo bastante alejado de su sentido literal: Es difícil creer que Moshe haya dedicado su jornada entera a juzgar al pueblo. Aun si leemos en el libro de Éxodo que se sentaba desde la mañana hasta la noche a dirimir asuntos legales, no podría haber dado abasto ya que tenía muchas otras ocupaciones. En consecuencia, Rav Jia les enseña a sus colegas que a la hora de medir productividad, debemos olvidarnos de marcar tarjeta y contar las horas sentados en la oficina, ya que es preferible dedicar menos tiempo pero hacerlo con mayor intensidad y mejores resultados.

Lo más interesante de todo esto, es que muchos años después del Talmud, y posiblemente sin siquiera conocer este relato, Dan Ariely escribe lo siguiente en su libro The Honest Truth About Dishonesty:

"En caso de que tengas una audiencia para pedir tu libertad condicional acercándose, asegúrate de que sea la primera de la mañana o justo después de la comida. ¿Por qué? De acuerdo a un estudio de Shai Danziger (profesor en la Universidad de Tel Aviv), Jonathan Levav (profesor en la Universidad de Stanford) y Liora Avnaim-Pesso (profesora en la Universidad de Ben Gurion del Negev), los jueces de las juntas de libertad condicional tienden a dar libertad condicional con más frecuencia cuando se sienten más renovados [...] La posición por default de las juntas de libertad condicional es la de no conceder la libertad condicional. Pero parece que cuando los jueces se sienten rejuvenecidos, lo cual pasa a primera hora de la mañana o luego de comer y haber descansado, ellos ven incrementada su habilidad para invalidar su decisión estándar, tomar una decisión más esforzada y garantizar la libertad condicional con mayor frecuencia. Pero luego de muchas decisiones difíciles del día, conforme la carga cognitiva se hace más pesada, ellos optan por lo simple, la decisión por default de no dar libertad condicional." (pp. 102-103)


Interesante, ¿no?
¿Ustedes qué opinan?
¿Prefieren juzgados operando todo el día con menor calidad de resoluciones o juzgados que trabajen menos horas pero que lo hagan bien? (obviamente, ¡trabajar poco y mal no es opción!)
¿Y con sus propios trabajos y ocupaciones qué hacen? ¿Marcan tarjeta dejando pasar el tiempo o trabajan por objetivos aun cuando eso a veces requiere extendernos más allá de nuestro "horario laboral"?

PD: El estudio que cita Ariely en su libro está online aquí.
PD2: Si quieren saber un poco más sobre el libro de Ariely, vean el video con la animación que aparece aquí.

2 comentarios:

  1. Un autor quien desafortunadamente no recuerdo el nombre, menciona que el trabajo por hora es un remanente de la revolución industrial, donde la productividad era directamente proporcional al tiempo en que al obrero se le mantenia operando las maquinas.

    Gracias por el artículo!

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    1. Hola! Disculpas por la demora en la respuesta.
      Coincido con la apreciación. Trabajar por hora es un resabio de otros tiempos. El desafío es poder trabajar más allá de la tarjeta a marcar.
      Saludos!!

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