lunes, diciembre 10

Aprender a escucharnos

Shabat 57a - 63b

El diálogo es la sabia que nutre el árbol de la normativa judía.

En entradas anteriores yo hablamos del factor democrático que permea la conformación de la ley en el judaísmo, así que en este caso vamos a dedicarnos a trabajar sobre el vector del aprendizaje en el ámbito del Talmud.

Para los sabios talmúdicos, no hay forma de aprender sino a partir del diálogo. El núcleo básico para que el aprendizaje se suceda es el estudio en Jevruta, es decir, con un compañero. Frente a modelos que promueven lecturas en soledad y horas de reflexión en silencio, el judaísmo nos invita a encontrar (al menos) un socio con el cual poder intercambiar, interactuar y crecer en sabiduría.


Es en ese contexto que en las páginas del día el Talmud registra las siguientes reflexiones:

(1) "Dos estudiosos que se afilan mutuamente hacen que Ds los haga triunfar."
Cuando dos personas estudian juntas y se desafían en la búsqueda de respuestas, lo que hacen es afilarse mutuamente. Para que eso sea posible, es indispensable que quien estudia no tenga miedo de preguntar, de subir la vara cada vez más, de incomodar (positivamente) a su compañero con interrogantes complejos. Cuando esto sucede, el "éxito divino" no es sino la capacidad de profundizar en el entendimiento de lo que se está estudiando, la posibilidad de descubrir nuevas aristas y sentidos en el área sobre la que se encuentran trabajando.

(2) "Dos estudiosos que se agradan mutuamente hacen que Ds los escuche."
Estudiar en conjunto no necesariamente es una tarea sencilla. Si uno es demasiado condescendiente con su compañero, entonces no hay muchas posibilidades de afilar el pensamiento. Sin embargo, poder desafiarse en iluminar los puntos débiles del otro no tiene por qué llevar a una situación de enemistad latente que sólo puede traer dolores de cabeza. Como dice el famoso dicho, lo cortés no quita lo valiente: Uno debe saber preguntar y exigir respuestas de quien opina distinto sin por eso ofenderlo ni atacarlo.

(3) "Dos estudiosos que se escuchan mutuamente hacen que Ds preste atención a sus palabras [...] y si no se comportan así, generan que la Presencia Divina se aleje de Israel."
Un tercer paso imprescindible para un estudio exitoso tiene que ver con aprender a escuchar al otro. Es bueno afilar a nuestro compañero con buenas preguntas y es aun mejor que sepamos ser agradables con aquel que piensa distinto. Pero nada de todo esto sirve si no logramos escuchar la opinión de nuestro semejante. Muchas veces ocurre que somos muy buenos para tirar abajo los planteos de los demás mientras defendemos a ultranza nuestras propias interpretaciones de la realidad, y mientras eso ocurre nunca nos damos chance a nosotros mismos de escuchar lo que el otro tiene para decir. De esta manera, no sólo nos perdemos de nutrirnos de argumentos que pueden ser positivos e inspiradores, sino que lo único que logramos es que el espacio de aprendizaje se evapore, y que la Presencia Divina se exilie.

Estas reflexiones talmúdicas ponen de manifiesto que el aprendizaje sólo puede florecer cuando estudiamos y nos relacionamos con gente que piensa distinto a nosotros. Si sólo nos rodeamos con gente que opina igual a nosotros entonces nadie podrá afilar nuestro pensamiento, y por tanto poco a poco nos iremos quedando miopes frente a la realidad que nos plantea la vida y sus desafíos cotidianos.

Valga entonces en ese espíritu recordar que una de las grandes virtudes de Abraham Lincoln fue armar su gabinete con todos aquellos hombres que habían sido sus competidores directos en las internas de su partido. En lugar de llenarse de obsecuentes, Lincoln optó por elegir personas que pensaban distinto, y que no tuvieron problema de frenarlo cuando vieron que obraba mal (Algo de todo esto aparece relatado en un libro formidable llamado "Team of Rivals," de Doris Kearns Goodwin).


Pensemos en el estado de la educación hoy.
En el estado de la política hoy.
En la forma en la que tenemos nosotros de relacionarnos con los demás hoy.

Y entonces regresemos al Talmud, recuperemos su sabiduría ancestral y, de ver que es necesario, actuemos en consecuencia.

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