miércoles, diciembre 19

El sentido de todo

Shabat 76b - 77b

Hay preguntas que nunca pasan de moda. Interrogantes eternos que generación a generación vuelven a resonar en la búsqueda de nuevas respuestas, o de la actualización de propuestas que fueron dadas hace mucho tiempo, y que esperan ser rescatadas del pasado para resignificarse en el presente.


Una de estas preguntas últimas refiere al sentido de la vida, al interrogante sobre si hemos venido aquí con una misión específica o no. Como es de esperar, estos planteos generan respuestas absolutamente antagónicas: Hay quien dice que indudablemente cada uno de nosotros tiene una misión por cumplir en su paso por este mundo, y hay quien sostiene que todo carece de sentido, y que estamos rodeados de un profundo absurdo.

¿Y el Talmud? ¿Qué tiene para decirnos sobre este tema? Miren:

"Todo lo que creó el Santo bendito sea no fue creado en vano. Creó el caracol para [remediar] la herida; creó la mosca para [remediar la picadura de] la avispa; el mosquito para [remediar la mordida de] la serpiente; y la serpiente para [remediar] el sarpullido; y la iguana para [remediar la picadura de] un escorpión."

Según Rabi Iehuda, el autor de la frase recién citada, todo en el mundo tiene sentido, todo sirve algún propósito trascendental. Incluso caracoles, moscas y mosquitos han sido creados para cumplir con su misión. Y, al menos en este texto, las misiones de estos pequeños seres es la de contribuir a la sanación de quienes se encuentran sufriendo.


Particularmente, lo que yo tomo de esta reflexión talmúdica no es tanto el tema de la certeza de la función de la iguana para remediar las picaduras de escorpión. Más aun: Creo que hoy trataría de buscar otros remedios frente a una situación de este tipo. Sin embargo, lo que me parece absolutamente rescatable de las palabras de Rabi Iehuda es la invitación a que ejerzamos nuestra capacidad de buscadores de sentido, y que ampliemos nuestro horizonte para reconocer que todo lo que nos rodea es parte de un ecosistema no sólo biológico sino de sentido. De alguna manera, aquello que integra nuestro planeta es parte de un equilibrio que debemos aprender a preservar, celebrar y restituir, ya que entre todos logramos que el mundo sea más rico, diverso y plural. En tanto humanidad debemos abrir los ojos frente a esta realidad y asumir nuestro rol de guardianes de la naturaleza, no desde un lugar de soberbia y altanería, sino desde el espacio de quien llega a escuchar la sinfonía de la creación y aprende a vibrar con todo lo que ha sido llamado a la existencia.

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