Shabat 67b - 69b
Hoy quiero compartir en este espacio dos reflexiones sobre la ignorancia, así que sin mayores introducciones pasó a las preguntas que van a servirnos de guía:
(1) ¿Qué pasa cuando alguien incumple una ley que desconoce?
En el ámbito de la ley nacional, al menos hasta lo que yo tengo entendido, desconocer la ley no es razón suficiente para ser exonerado por su incumplimiento. Si uno no sabe que no debe cruzar el semáforo en rojo y así lo hace, puede ser multado por ello. Si uno no conoce el límite de velocidad permitido y aun así lo rebasa, puede ver su carro confiscado.
Sin embargo, en el marco de la ley judía las cosas son un tanto distintas. Al comienzo del séptimo capítulo del tratado de Shabat, el Talmud registra: "Un gran principio dijeron [los sabios] en relación al Shabat: Todo aquel que olvida la esencia del Shabat y realiza muchas actividades [prohibidas] durante muchos Shabatot, no debe [traer al Templo de Jerusalem] sino un solo sacrificio expiatorio."
El Talmud intenta explicar: ¿Cómo puede ser que alguien se olvide de la esencia del Shabat? A lo que trae como ejemplo el caso de un niño que fue tomado prisionero. Según esto, un niño que ha sido secuestrado y alejado de su familia judía, criándose en un contexto en el que se desconoce la ley, no es culpable por el incumplimiento de las leyes concernientes a los rituales y plegarias hebreas.
Ahora bien: El caso del niño prisionero se transformó en la ley judía en el término técnico para describir también a aquellos judíos que no recibieron instrucción o educación sobre las prácticas del pueblo de Israel. Mientras la gente permanece en un estado de ignorancia, sus repetidas transgresiones se condensan en un solo sacrificio expiatorio, tal vez para subsanar no las faltas cometidas sino justamente la falta de conocimiento (ya sea por desinterés o por imposibilidad). No obstante, esta categoría aplica solamente a los preceptos que vinculan al hombre con Ds, perdiendo toda validez en el marco interpersonal: Allí no hay ignorancia que nos salve, y si le hacemos daño a los demás tendremos que responsabilizarnos por ello.
La ley judía nos recuerda entonces, que no somos culpables por no haber sido educados en los rudimentos normativos de nuestra tradición pero por otra parte nos deja entender que aun si nuestros contextos no nos enseñaron, llega un momento de nuestras vidas en los que debemos hacernos responsables de nuestras propias decisiones. Y, de más está decirlo, una vez que ya conocemos la ley, no hay manera de volver a escudarnos en el argumento del niño secuestrado. Una vez que perdemos la inocencia, no hay posibilidad de recuperarla (!).
(2) ¿Qué pasa si estamos en un lugar en donde no hay manera de saber cuándo es Shabat?
El segundo interrogante aborda la ignorancia desde un lugar diferente. Supongamos que no nos olvidamos la esencia del Shabat, que sabemos que hay cosas que se pueden hacer y cosas que no y que somos cuidadosos de cumplir con estas regulaciones. Pero por esas cuestiones del destino, nos perdimos en medio del desierto, y ya no sabemos qué día es lunes y qué día es martes. ¿Qué hacemos entonces cuando ya no sabemos cuándo será Shabat? Responde el Talmud: "Cuenta seis días y descansa el séptimo."
Esta fantástica respuesta talmúdica da cuenta de que el tiempo se hace distinto conforme nosotros lo consagramos con acciones concretas. Si hemos perdido todo registro de calendario, Shabat no tiene por qué perder su centralidad, ya que - al menos en ese contexto adverso - Shabat será todo día que decidamos dedicar a tal fin. En consecuencia, será menos importante que terminemos festejando Shabat un miércoles a que nos olvidemos de Shabat durante nuestra estadía en el desierto.
Elegir priorizar la acción del hombre por sobre lo que podríamos llamar la "esencia del día" nos recuerda que aquello que marca la diferencia es la decisión subjetiva de los hombres de proponerse vivir de otra forma durante un día a la semana. Ignorar el calendario no nos exime de dedicar parte de nuestro tiempo a alejarnos de la rutina cotidiana para reencontrarnos con nosotros mismos y con tantas otras cosas. Ya que es a partir de esa bisagra que nuestra vida recupera su sentido. Mientras que la tradición judía nos permite no saber cuándo es Shabat, lo que no acepta es que nos olvidemos de construir nuestro Shabat, incluso a nuestra propia manera, incluso desde otro lugar.
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