martes, diciembre 18

Cuarenta menos uno

Shabat 70a - 76b

La última parte del séptimo capítulo gira específicamente sobre todas aquellas actividades que están prohibidas en Shabat. Se trata de treinta y nueve prácticas que tenemos que evitar. Ellas son (si las leen de corrido y sin respirar tienen premio):

Arar-Plantar-Segar-Cosechar-Trillar-Aventar-Seleccionar-Cernir-Moler-Amasar-Peinar-Hilar-Entintar-Bordar-Retorcer-Tejer-Desenredar-Cocinar-Lavar-Coser-Rasgar-Anudar-Desatar-Modelar-Quemar-Extinguir-TerminarUnaLabor-Escribir-Borrar-Construir-Demoler-Entrampar-Esquilar-Matar-Desollar-Curtir-Aplanar-Marcar-Cargar.


Si prestaron atención, estas treinta y nueve acciones pueden subdividirse en categorías: algunas refieren al trabajo de la tierra, otras al manejo de animales, otras as quehaceres de la casa. También se pueden observar binomios como Coser/Rasgar, Anudar/Desatar, Quemar/Extinguir o Escribir/Borrar.

Dentro de la discusión talmúdica sobre las categorías del trabajo prohibido en Shabat hay dos cosas que particularmente me interesan y quiero compartir:

(1) Para ayudarnos a recordar, el Talmud no habla de treinta y nueve acciones sino de "cuarenta menos uno." Esto tiene que ver, principalmente, con la búsqueda de los sabios por encontrar métodos que faciliten el recuerdo de lo estudiado. Recuerden que estamos hablando de una época muy anterior a la imprenta, época en la que todas estas enseñanzas eran codificadas oralmente. Entre tantos detalles técnicos, siempre sería más fácil confundir el número treinta y nueve con cualquier otro, mientras que la frase cuarenta menos uno lo hace un poco más difícil.

(2) ¿De dónde surgen estas acciones que se prohíben en Shabat? ¿Por qué éstas y no otras? El Talmud responde que estas treinta y nueve (cuarenta menos uno) acciones eran las necesarias para la construcción del Tabernáculo en tiempos del deambular de Israel por el desierto. Como en la Tora la construcción del Tabernáculo y el cumplimiento del Shabat aparecen uno atrás del otro, nuestros sabios concluyeron que las tareas que se requerían para este Templo errante debían cesar con la llegada del séptimo día.

Para la tradición judía, el Tabernáculo era un micro-mundo. Mientras que Ds creó todo el universo, el hombre era llamado a imitar Su obra de creación a partir de estos espacios consagrados. Y así como Ds descansó al llegar Shabat, el hombre debía hacer lo mismo. En otras palabras, y parafraseando al pensador Abraham Joshua Heschel, Shabat era (y sigue siendo) el momento de la semana en el que dejamos de ejercer nuestro dominio sobre la naturaleza, nuestra capacidad creativa, para dedicarnos a santificar y celebrar el tiempo y a disfrutar de todo lo que ya ha sido creado.

Abstenernos de modificar el espacio y doblegar la naturaleza es mucho más difícil que lo que a simple vista parece. Tal es el grado de dependencia que tenemos con aquello que vamos creando que en más de una oportunidad terminamos esclavos de lo que construimos originalmente para servir a nuestras necesidades. Es por eso que, con más razón, debemos hacer el esfuerzo por liberarnos de las ataduras, rutinas y actividades a las que estamos expuestos durante toda la semana, y procurar en la medida de nuestras posibilidades, liberar un día para hacer las cosas de otra manera.

En ese sentido, aprovecho para compartirles un video que me pasaron hace unos días, y que da cuenta del propósito original de las "cuarenta menos uno," pero vistas en este caso desde la perspectiva y contexto de nuestros tiempos.



¡HADRAN ALAJ KLAL GADOL!
¡VOLVEREMOS A TI KLAL GADOL!

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