Brajot 29a - 30b
Ya hemos visto que el Talmud puede brincar desde discusiones técnicas que buscan definir cuál debe ser la ley a relatos que bordean lo que hoy llamaríamos literatura fantástica. En este oportunidad, veremos una mezcla de ambas, cuando nos encontremos de nueva cuenta con la presencia del profeta Elías, quien cada tanto aparece para enseñarle a los rabinos algunas cosas importantes.
No es casual que, entre todos los profetas, sea Elías quien se les aparece a los sabios. De acuerdo al relato bíblico, Elías nunca se murió, ya que ascendió vivito y coleando al cielo montando una carroza de fuego.
En esta oportunidad, Eliahu - como es su nombre en hebreo - se le presenta a Rav Iehuda para enseñarle lo siguiente:
"No te enojes y no pecarás,
No te embriagues y no pecarás,
Y cuando sales al camino encomiéndate a Tu creador y sal."
Mientras que al Talmud le interesa especialmente la última de las tres enseñanzas, ya que se encuentra detallando las particularidades de Tefilat haDerej, o la oración que debemos decir cuando salimos de viaje, en esta oportunidad yo quiero concentrarme en las primeras dos enseñanzas: El enojo y la embriaguez conforman raíces cuyos frutos son la transgresión.
Cuando nos enojamos, nos ponemos en la situación de creer que el mundo nos debe, y en lugar de abrirnos a los demás nos encerramos en nosotros mismos llegando incluso a sentir lástima por nuestro triste devenir. De aquí que al enojado sólo le importa lo que pasa con él y no le interesa lo que ocurra con el resto. Es puro yo, yo, yo. Nada bueno sale de eso.
De manera similar, aunque a la inversa, quien se embriaga se olvida de los demás buscando olvidarse también de su propio ser. Quien ahoga sus penas en alcohol busca desaparecer, como si la borrachera pudiera arreglar algo. Aquí vemos la pura nada, nada nada, en sus dos versiones: no me hago cargo de lo que hice o no me hago cargo de lo que la vida me puso por delante. Ninguna de las dos resuelve nada, y por tanto nada bueno sale de eso tampoco.
Es por eso que Eliahu le enseña a Rav Iehuda - y a todos nosotros - que el camino no puede ser ese. Cuando salimos al camino - ¡incluyendo el camino de la vida! - lo que tenemos que procurar es abrirnos al encuentro con los demás. Ni yo, yo, yo, ni nada, nada, nada. La clave para una vida plena es caminar en sociedad, tanto con nuestros semejantes como con Ds. Una vez que tenemos eso claro, lo único que resta es salir y caminar, en la esperanza de que ese camino sea profundamente significativo e inspirador tanto para nosotros como para quienes nos rodean y acompañan.
En ese espíritu no sólo terminamos un nuevo capítulo del tratado talmúdico de Brajot sino también un nuevo año de acuerdo al calendario judío. Que el próximo año sea un año de menos enojos, de menos borracheras y de más trabajo conjunto y de más caminatas compartidas. ¡Shana Tova!
¡HADRAN ALAJ TFILAT HASHAJAR!
¡VOLVEREMOS A TI TFILAT HASHAJAR!
PD: Si el tema de los enojos y las borracheras les interesa, esto publiqué en relación a otro texto talmúdico que habla sobre principios similares: "El amor entre alegorías y alegrías."
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