lunes, septiembre 3

¿Tiene sentido la vida?

Brajot 17a - 17b

Una de las pocas certezas con las que nacemos es que algún día habremos de morir. Al menos hasta que Aubrey de Grey tenga éxito en su búsqueda de la inmortalidad, por ahora todos tenemos fecha de vencimiento.


Sabernos mortales y a su vez negar cotidianamente dicha condición de extrema vulnerabilidad son las dos caras de una misma moneda. Y mientras la moneda gira en el aire, somos llamados a preguntarnos sobre si la vida tiene sentido.

Habrá quien frente a la imposibilidad de escaparse de la muerte opte por desesperarse y plantear que la vida no tiene sentido alguno, que estamos condenados a un mundo fortuito y vacío de todo propósito. De hecho, el autor del libro bíblico del Eclesiastés va a sostener esta idea pesimista durante casi la totalidad del texto: "Vanidad de vanidades todo es vanidad" (1:1).


Pero la conciencia de nuestra fragilidad y del tiempo limitado con el que contamos aquí en la tierra pueden ser también la apertura hacia la identificación del sentido que pueden tener nuestras vidas. En lugar de entristecernos por una inmortalidad ilusoria o de enojarnos porque nada de lo que hagamos nos evitará el final, podemos aprovechar nuestros días para marcar una huella en aquellos que nos rodean y de esta manera trascender.


De hecho, esa es la idea que anida detrás de la frase talmúdica de hoy, frase que aparece adjudicada a Rabi Iojanan quien, al leer el libro de Job, decía:

"El fin del hombre es morir,
y el fin del animal ser degollado,
el destino de todos es la muerte.

Que se alegre quien creció en una vida de Tora,
y se esforzó en el estudio de la Tora,
causando satisfacciones a Su creador,
creciendo con un buen nombre,
y partiendo de este mundo con un buen nombre."

Yo soy de los que cree que la vida tiene sentido. Creo asimismo que es tarea de cada uno de nosotros encontrar y reconocer ese sentido, para luego articularlo en una vida plena y trascendente. No necesariamente es fácil. Pero es un desafío que vale la pena llevar adelante.

PD: Con esta reflexión cerramos el segundo capítulo del tratado de Brajot! HADRAN ALAJ HAIA KORE! VOLVEREMOS A TI HAIA KORE!

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